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    AIMÉE G. BOLAÑOS
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    Poética de las otras: mujeres de palabras
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    En verdad, siempre he escrito sobre las otras.
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    Primero en_El Libro de Maat (1),_deidad poderosa, emparentada de modo sorprendente con Oyá, el signo Libra y Santa Teresa. Maat, cuyo emblema es una pluma y representa el arte de la escritura, da vida a un libro en el que adopta la forma de Némesis, Francesca y la Señora de la Sétima Morada, trinidad que me permitió especular sobre el ser erótico y la mística, sobre la memoria y el oficio poético, tal vez “Letanía” un intento de nombrar la palabra poética que es innombrable:
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    __________La palabra es silencio.
    __________Voz de lo inaudible.
    __________Omisiones,
    __________elocuencia.
    __________Viaje al interior,
    __________exhibición jubilosa.
    __________Un deseo tenaz de la Forma.
    __________Y del Olvido.
    __________Éxtasis inteligente,
    __________ignorancia definitiva.
    __________Vuelcos,
    __________imperceptibles movimientos.
    __________Medio de lo inacabado,
    __________fin de los espacios infinitos.
    __________Furia que medita.
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    Como bien sabemos, la forma en la poesía nunca es fortuita. Aparece como una manifestación espiritual, también del cuerpo de la vida. Por eso, hacer el Libro fue un éxtasis doloroso y feliz en el que Teresa de Ahumada alumbró el camino. Había mucho de confesión vergonzante en esa poesía autoficcional, que adoptó la forma de la heteronimia fantástica. Restos de historia personal, anagnórisis y catarsis. Tal vez por eso, el Libro de Maat cuando termina se abre a otras formas de existencia en la poesía, con poemas jubilosos sobre la propia condición femenina y la historia con minúscula, quiero decir, la de experiencia vivida.
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    Algo después, concebir_Las Otras (Antología mínima del Silencio) (2),_fue natural y, a la vez, artificioso. Como dice Marguerite Yourcenar, en su prólogo de Fuegos, resultó de una crisis pasional, unos de los motivos más trillados de la historia de la literatura. Solo que mi crisis tenía otro referente. El amado era el país natal. Deseaba mucho escribir sobre mi condición de cubana viajera que debe recrear su identidad en tránsitos y descentramientos. Como en toda diáspora, la conciencia del origen estaba muy presente.  Sin embargo, el libro no se dejaba escribir. El problema estaba en las personas que los poemas debían crear y el tipo de ficción que surgiría de sus estrategias identitarias. Atrapada en este círculo, las vueltas me iban dejando muda. Inspirada por el Tonio Kröger, de Thomas Mann, decidí hacer un alto en el camino del presente para viajar en el tiempo personal. Y en esa retrospección me deparé con el deseo de jugar. Entre los recuerdos y lo que nunca aconteció empíricamente, se perfiló una genealogía espiritual. Comprendí que mi oficio estaba más en la filiación imaginaria que en la historia o la memoria “real”. Solo entonces se definió la idea de una antología de apócrifos y las poetas se comenzaron a revelarse en contextos que debía descubrir o inventar. Cada una era una persona única. Cuanto más distante, más libremente se conformaba y, sin embargo, formaba parte de mí como mito y utopía, como sueño y reminiscencia. Emprendí un gozoso ejercicio de heteronomía, aquí de apariencia más icónica, si bien mezclaba figuras de referente histórico y otras de fabulación plena. En este espíritu, que no poco desmerecía de la letra, la antología fue reuniendo figuras que participaron en movimientos de poética de indudable repercusión. Ciertamente es Safo, la primera y mayor sombra tutelar, invocada por sus discípulas Cleis y Atthil en la Casa de las Musas. O Angélica Stanza, cortesana ilustrada que, en la tradición poética renacentista, exhibe su metapoesía. Otras gravitarán en la órbita de poetas áulicos, Johann Wolfgang Goethe, o malditos, pero al fin canonizados, como Charles Baudelaire y Konstatinos Kavafis. Tal es el caso de Ulrica von Levetzow, Kiria Hafis y Jeanne Duval, vinculadas de modo bastante contradictorio a grandes artistas. Añadiría la nebulosa Ana Tereza Ayres, amiga y quién sabe si heterónimo femenino de Fernando Pessoa.
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    En otras ocasiones estas mujeres de palabras serán interlocutoras con brillo propio de una práctica artística masculina secular, como Salmà Yazib que explícitamente dialoga con la obra de su primo y esposo Al-Walid Ibn Yazib en el contexto mayor de la poesía árabe clásica de la época Omeya, también Artemisia Gentileschi, ave rara femenina en la historia de la pintura barroca italiana. Dentro de una práctica milenaria, definida por el gran poeta Basho: “Jaikú es simplemente lo que está sucediendo en este lugar, en este momento”, Aika Kiu despliega su sensibilidad transgresora. En este orbe oriental, Luo Sa, escriba de gran cultura y, por tanto, viviendo al borde del abismo, con su poesía encuentra el hilo en el laberinto textual de su opulenta cultura.
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    Un aparte merecen poetas tremendamente oscuras. Es el caso de sor Clara de la Gracia y soror Filomena da Eucaristia, cultoras de una poesía conventual, subversiva por el solo hecho de ser escrita en su mundo represivo, aunque esta última me hace evocar las cartas portuguesas de amor desesperado de Mariana Alcoforado. Su pasión es tan desaforada y dramática que, ante ella, palidecen todos los riesgos epocales.
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    En este contexto, las brasileñas tienen marcas  peculiares. Carla Teresinha de Souza deja testimonio literario temprano en una casi perdida aldea marina, mientras Gertrudes da Veiga, también en el marco de una poética litoránea, se atreve a rimar unas cuartetas, rindiendo culto a la poesía nativista del Sur. En las antípodas, Denise Ieda Alves, bahíana, revive la mitología yorubá a la par que se instaura a sí misma. 
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    Por su parte, cubanas y puertorriqueñas no pueden escapar a la obsesión de sus islas en poemas que tejen una intrincada red entre la letra y la vida, inscribiendo los signos personales en cronotopos imaginarios que parecieran no solo fundarlas, sino sustentarlas en sus descentramientos y trasiegos vitales,  como pudiera leerse en el Quasisoneto de Calixta Rey (Cuba, 1895-1951).
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    __________Sueño velado: destierro,
    __________ceiba que cobijas calma.
    __________Halle reposo el viajero
    __________solo a la sombra del ala.
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    __________Huérfanos de la tierra amada
    __________sin el signo y la mandala.
    __________De la infinita luz refractada,
    __________apenas la sombra del ala.
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    __________No nos engañe el camino
    __________que la errancia es partida,
    __________pero también llegada.
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    __________Ítaca fulgura dividida
    __________en cien cristales de fuego.
    __________Y solo la sombra nos salva.
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    En todas ellas pude mirarme como en un juego de espejos. Sin poder, al partir (karma cubano) de esa misma falta, acabé escribiendo un libro sobre la matria y la poética de la errancia o imaginando haberlo escrito, que es hasta mejor.
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    Por último, como obra publicada, ha sido Layla que es una de las voces del diálogo poético que resolvimos llamar_Layla y Machnún, el amor verdadero (3),_como tributo apasionado a Ibn ’Arabí. Y aquí entra un plural sugerente. Emilio Ballesteros había escrito un poemario llamado Layla. Era la voz de Machnún, transido de amor, entre la desesperación por su Layla inalcanzable y el augurio de una mística trascendencia. Me pareció que las palabras de Layla podrían unirse a las de Machnún, como no había sido en la leyenda con los cuerpos de la vida, si nos atenemos a las versiones que circularon desde el siglo VII y alcanzan en el poema de Nizâmî su expresión más alta. En nuestra interpretación contemporánea Layla habla. Y esta es una de sus formas en el  poema “De lo eterno”:
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    __________Cosas pequeñas 
    __________de proclamada levedad
    __________me cercan con su presencia
    __________innominada.
    __________Aprendo a inscribir en ellas
    __________los signos fieles.
    __________Así, con encausto formo
    __________las palabras
    __________que nombran el amor sin fin. 
    __________Y en este presente perpetuo 
    __________escribo que un día 
    __________del pasado incierto
    __________entraré en la noche
    __________de la verdad alumbrada.
    __________Allí existo 
    __________visible y secreta,
    __________como punto de encuentro 
    __________de todos los espacios
    __________y tiempos
    __________en la infinitud que eres,
    __________Machnún eterno.
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    Por la naturaleza del tema, decidimos escribir unas cartas cruzadas a manera de prólogo. Emilio desplegada su rico saber espiritualizado y yo, en el infinito sufí, casi perdida, intentaba alcanzar su sombra generosa. Y fue Teresa escuchando la voz de Layla en una especie de vértigo, envuelta en su noche prodigiosa, asumiéndola desde la humilde oscuridad de mi otro nombre que Yahya Nurul Hudá,  también  nombre verdadero de Emilio, me devolviera. Una nueva forma de la poesía fluyó, río amoroso oculto que fue al encuentro del mar de las palabras. 
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    Juntando estos pedazos, me gustaría destacar el crisol hermoso que ha sido cada una de estas mujeres de ficción, buscándose, haciéndose en la poesía. Hablando desde sus espacios enunciativos, temporalidades y condición, tanto lúcidas como delirantes, habitando fronteras desdibujadas que no pocas veces cruzan y rehacen, descubriéndose como mujeres artistas por vocación y actos, las figuras que en mí conviven transitan por los temas recurrentes de la historia de la poesía -amor, tiempo, vida, muerte, patria, poesía- dejando sus rastros de palabras.
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    Sustentada por una carga vital auténtica y dotada del oscuro esplendor de la existencia no importa si subterránea, como la deslumbrante Eurídice en ascenso a la luz de Juana Rosa Pita, la poesía puede ser testimonio de zonas de silencio, también de una secreta memoria compartida que celebra las identidades en tránsito, sin límites territoriales, y de amor esperanzado. Esto, y mucho más que no alcanzo a nombrar, he aprendido con numerosas autoras de la poesía cubana sobre las que he escrito un_libro dedicado a la poética de la diáspora (4)._No menos reales que las otras, dialogo con ellas a menudo, especialmente con Carlota Caulfield, Juana Rosa Pita y Alina Galliano. En esas conversaciones, que son parte sustancial del libro, se refieren, entre otros temas, a su entendimiento del arte poético, si bien piensan por imágenes, lo que es propio de la poesía. A mis preguntas sobre poética, Carlota Caulfield ha respondido con una metáfora del universo de la cartográfica: la poesía es terra incógnita y su carta náutica, el juego de identidades. Alina imagina la poesía como “un cuerpo de palabras vivo que respira y es por mí respirado. Considero la creación un cuerpo erótico. Dios o la energía divina inherente a cada célula es erotismo al máximo... Dios o la energía divina es amante en constante entrega de sí. Como la poesía, atemporal y en constante descubrimiento de sus facetas en creación.” Para Juana Rosa “la poesía .es amor por otros medios y hacia fines desconocidos, pero ya sé que no vale tratar de definirla. Ahora prefiero decir que el poema fulgura como un pez en el misterio o como un mito a través de los siglos: mensaje y forma en perfecta armonía. La poesía es la única forma de lucidez que no desampara la sombra.”
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    La poética y el ejercicio de la poesía de estas autoras singulares contribuye a un movimiento excéntrico de la poesía, a partir de los orígenes, que las expande en el espacio ecuménico de la comunicación humanista y humanizadora, incitándonos a las trasmutaciones, al vuelo creativo.  Porque de eso se trata, de la ilusión poética que puede llevarnos adonde nunca hemos estado, capaz de donarnos innumerables vidas y que nos permite resurgir en formas inagotables. Y si así fuera, que estas palabras deshilvanadas también puedan ser leídas como parte, no importa cuán mínima, irrelevante o anónima, de la ficción sin fin.
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    Notas
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    (1) _El Libro de Maat. Prefacio de Eliane T. A. Campello. Rio Grande: Editora da FURG, 2002._REGRESAR.
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    (2) _Las Otras (Antología mínima del Silencio). Madrid: Torremozas, 2004.
    (2)_Mi agradecimiento explícito a  Jesús J. Barquet, Carlos Alexandre Baumgarten, Rosana Kamita y Stacy Hoult
    (2)_por sus lecturas críticas de este libro._REGRESAR.
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    (3) _Yahya Nurul Hudá y Teresa: Layla y Machnún, el amor verdadero. Cartas introductorias de Emilio 
      Ballesteros y Aimée G. Bolaños. Granada: Duero, 2007._REGRESAR.
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    (4) _Poesía insular de signo Infinito. Una  lectura de poetas cubanas de la diáspora. Madrid: Betania, 2008._REGRESAR.

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  • Otras muestras de su obra:

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