Marta, amiga virtual a quien sólo conocí en dos dimensiones,
que sin embargo adquirieron el volumen de largas noches de
insomnio,
rabiosas las dos por el esperpento de tanta injusticia y
tanto desprecio
a todo lo bello de la vida: la memoria, el pueblo,
las mujeres y el libre aliento del cielo.
Quiero estar en tu homenaje y escribirte en mi lengua
opresora,
que es bella , pero que nunca acompañó a la mía
sino que trata aún hoy día de ahogarla, por eso mi poesía
la huye en Europa, pero en la América Latina
puede convertirse en amiga, y que pensando en tí
me retrotrae siempre a Borges -ya sé que esta elección
no es de tu agrado- pero son sólo dos versos
los que insisten en colarse:
"No nos une el amor sino el espanto
será por eso que la quiero tanto"
Nos unen, en efecto, las cicatrices profundas
de las heridas propias y cercanas que nos arrebataron
tantas cosas y que aún sangran adentro,
y también el afán de valorar lo silenciado
y hacerlo visible, y el amor a los pequeños patios
y a los colibríes que se nos cuelan
en los árboles de nuestras casas y les dan magia.
En tus líneas escritas en mi computadora
siento tu grito de mujer indignada,
y debajo del grito el lamento y la ternura
que reclama el triunfo de la belleza pese a todo.