Monstruo apático e intangible,

¡eres tú la peor enfermedad!...

Haberte no es riqueza,

¡es miseria!

Si nos va bien, mal o regular,

¡qué importa!;

no hay detalle grande ni pequeño

que te haga suspirar.

El tiempo para tí no pasa,

lo mismo es el ayer, que el hoy

o que el mañana.

De sensibilidad sí que prescindes,

eres sorda al llanto de los niños

y al ruido del fusil.

No percibes el odio ni el amor;

no te aflige  el horror de la guerra,

ni te alegra el triunfo de la paz.

Eres pálida, tibia y egoísta,

el "otro", no interesa;

sólo importa "mi ego" y nada más… 

Tu indolencia ofende, hiere y mortifica.

Perversa indiferencia,

¡detesto tu frialdad!...