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LADY ROJAS BENAVENTE
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Niñas de la selva peruana en cautiverio: identidad fragmentada y resiliencia
en Doña Shabi (1956) de Clorinda Caller Iberico
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Varias novelistas peruanas de la generación del 70 del siglo XIX escribieron con conciencia intelectual y responsabilidad ética sobre la condición de los infantes en la sierra y en la costa, los atropellos de la sociedad clasista e injusta frente a los indígenas y a las mujeres, la ambición de los políticos, el abuso y la crueldad de las autoridades religiosas hacia las poblaciones desposeídas, la necesidad del aprendizaje de la lengua quechua en el destino del Perú andino, la urgencia de la educación de las mujeres, la inmovilidad social debido a prejuicios y racismo, entre otros temas. Fruto de ese acucioso trabajo de observación literaria y compromiso social aparece una novela fundamental: Aves sin nido (1892) de la cuzqueña Clorinda Matto de Turner que produce un revuelo en las capas dominantes del Perú porque la obra acusa directamente a sacerdotes de la Iglesia de haber abusado sexualmente de las mujeres serranas y al Estado de haber abandonado a sus niños en los brazos de los gamonales.

Obras literarias del siglo XX de la talla de Paco Yunque (1950) de César Vallejo, El retoño (1950) de Julián Huanay, Gregorillo (1955) de Francisco Izquierdo Ríos y Todas las sangres (1964) de José María Arguedas narran las alambicadas interrelaciones socio-raciales, las tensiones y los conflictos dramáticos que se producen en la comunidad por el choque entre la modernidad y las prácticas culturales ancestrales. También abordan la problemática infantil, la adquisición de las modalidades del género y la conformación de la sexualidad. Dicha literatura contribuye a comprender las dificultades, los desafíos y las complejidades de cómo se forjan las identidades socio-culturales en los niños que pertenecen a grupos étnicos que, a partir del modelo occidental hispano, son confinados a sobrevivir como alteridades que se juzgan “salvajes”, se rechazan y odian, quieren destruir; pero se los explota económicamente. En este sentido, Doña Shabi, la novela de Caller explora las maneras en que se configuran las identidades de diferentes personajes que evolucionan en interconexión estrecha con los discursos y las prácticas culturales sobre raza, clase social, poder, saber, sexualidad y género.

La crítica literaria todavía no ha emprendido estudios sobre Doña Shabi (1956) de Clorinda Caller Iberico,_1__una novela de contenido social que denuncia con gran ironía a los patrones nacionales involucrados en el comercio de las niñas aborígenes en la selva peruana; ni sobre los testimonios de mujeres andinas que la escritora Ana Gutiérrez recopiló y editó con el nombre del anuncio, Se necesita muchacha (1983). En ambos libros se narra cómo la mayoría de mestizos y hasta ciertos indígenas han dislocado las identidades de las niñas serranas o selváticas, han maltratado sus cuerpos y sus espíritus y las han sometido a un esclavismo sin nombre.  La novela y los testimonios de domésticas centran su atención en asuntos cruciales como el comercio de niñas indígenas y los cautiverios inhumanos. Los cautiverios desfiguran las identidades culturales de los grupos indígenas de la sociedad peruana. En este ensayo me concentro en los discursos racistas y neo-coloniales en Doña Shabi mediante los cuales se construye una figura del indio sin valor, se mercantiliza el cuerpo femenino, se imponen los discursos y el poder autoritarios de los mestizos y se fractura psicológicamente a un sector de la población infantil que se considera inferior: las niñas que provienen de grupos étnicos de la selva.

La diégesis narrativa de Doña Shabi transcurre en Shiringal un pueblo localizado en un puerto oriental en los bordes del río Ucayali, cuyas condiciones infrahumanas de pobreza, escasez, analfabetismo y aislamiento geográfico favorecen la explotación infantil en las primeras décadas del siglo XX –se menciona al final de la obra la elección de los apristas-._2__Caller narra la compra y venta de niñas que pertenecen a los grupos indígenas, destinados por esa razón a todo tipo de vejación, a la dependencia doméstica de sus patrones y a un trato esclavista despiadado. Abundan en el relato naturalista fuertes imágenes y relaciones de violencia física, asalto sexual, abuso verbal, crueldad mental y crímenes pintados con un crudo realismo que perturban al lector en la medida en que se atenta en contra de una población indígena que se muestra impotente ante el despojo de sus hijas. En Doña Shabi los actos brutales -que van del rapto de las niñas, castigos, acosos y asaltos sexuales- reinan de manera impune porque los personajes mestizos construyen su poder financiero mediante el cautiverio, la rapiña y los crímenes que atentan contra la identidad cultural y la sexualidad de las niñas indígenas.

La antropóloga Marcela Lagarde y de los Ríos analiza, en su libro Los cautiverios de las mujeres: madresposas, monjas, putas, presas y locas (2001), los referentes simbólicos del patriarcalismo que subyacen en los estereotipos sociales y culturales. Éstos ayudan a entender mejor la situación de las niñas en la novela de Caller. Para Lagarde el “cautiverio es la categoría antropológica que sintetiza el hecho cultural que define el estado de las mujeres en el mundo patriarcal: se concreta políticamente en la relación específica de las mujeres con el poder y se caracteriza por la privación de la libertad” (151). La historia del Perú muestra con claridad las formas y los discursos colonialistas que, apoyándose en una retórica comparativa, utilizaron los españoles para reducir a la servidumbre a los pueblos Incas y a los otros. Pero todavía no se ha estudiado el papel de las mujeres mestizas contemporáneas en el sometimiento de sus propias conciudadanas. De allí el interés de la novela de Caller que retrata a una mujer peruana de la primera mitad del siglo XX que moldea su comportamiento en patrones patriarcales colonialistas y ejerce pleno dominio sobre cinco maridos, un amante, cuatro domésticas adultas, la maestra y tres niñas del oriente. El cautiverio infantil se teje alrededor de las carencias: las niñas carecen de todo derecho individual para desarrollarse humanamente, de libertad para actuar y de protección social para defenderse. Utilizaré el término cautivar en el sentido figurado de conquistar ya que el acto bélico reduce a otras personas a ser cautivas. El derivado cautivo proviene del latín captivus que señala la condición del prisionero de guerra que cae en poder del enemigo._3_

Doña Shabi no deja otra alternativa que una lectura de mundos rivales: las patronas contra las esclavas, la identidad contra la alteridad, el yo narcisista de la mestiza contra la otra aborigen devaluada. El concepto de la identidad es un proceso individual que el sujeto adquiere en un medio social específico y se encuentra ligado a la representación de sí. De su parte, el antropólogo y psicoterapeuta Luis Cencillo en Sexo, comunicación y símbolo (1993) puntualiza al respecto que “el sujeto humano es un ser constitutivamente carencial: prácticamente todo ha de venirle dado por el entorno social, aunque todo también haya de ser transformado constitutivamente al integrarse en la identidad subjetal” (235). En Doña Shabi, el personaje colonizador es la mestiza que asume los postulados patriarcales, rompe el modelo femenino del ser pasivo, realiza su deseo conquistador, adopta el logos y el discurso occidentales de la civilización/barbarie para gobernar, construye su emporio financiero e impone su poder a las niñas cautivas.

Entre las criaturas novelescas de Caller destaca doña Shabi, denominada matrona (105) del pueblo de Shiringal. Se menciona “que no era del lugar” (19), y que “sus viajes por el extranjero le hicieron aprender, acaso, procedimientos más expeditivos y directos para el gobierno ajeno” (41). Sus antecedentes de niña huérfana y joven delincuente no presagian ningún futuro positivo en la narrativa. Sin embargo, los complejos de abandono y de inferioridad no le impiden alcanzar su independencia financiera, salvo que lo hace con métodos que vejan a sus trabajadores, prueban su falta de moral y su necesidad de afirmarse a cualquier precio. Doña Shabi a los ojos de los pobladores de Shiringal es una enemiga porque se dedica al comercio de niñas indígenas o “posesión de los salvajes” como si se tratara de productos de su fundo que intercambia por armas, trabajo o dinero. Todas las condiciones son favorables al comercio de niñas; por un lado, existe una gran demanda en el mercado nacional e internacional, tiene la protección de los políticos de Lima; y, por otro lado, si las familias de la selva se atrevieran a denunciar el cautiverio de sus hijas, no contarían con ningún recurso de defensa legal. Su tráfico florece a vista y paciencia de gente que la ayuda a prosperar y está involucrada en el cautiverio y la venta de niñas inocentes que “son amarradas, a manera de ganado” (23) para que no huyan. La conquista mercantilista de doña Shabi se encuadra, primero, en un marco de liberalismo económico fomentado por el gobierno central del Perú._4__En segundo lugar, la ausencia de legislación sobre los indígenas favorece los medios violentos a los que recurre la mestiza para que el shipibo Sabo rapte y reduzca las niñas al esclavismo._5_

Las contradicciones ideológicas de la era decimonónica que redujo el debate del indio a la noción de ser salvaje y ser inferior a la gente civilizada sirven a doña Shabi, así impone su posición racista, marca su superioridad y actúa en función de sus intereses capitalistas. Me apoyo en los planteamientos de Nelson Manrique para entender la dinámica del racismo. Manrique afirma en la introducción de su libro La piel y la pluma. Escritos sobre literatura, etnicidad y racismo (1999), “El racismo peruano es, en esencia, un racismo colonial” que se teoriza, pero también se pone en práctica de manera social y comprende: “un sentido común, actitudes no racionalizadas, en buena medida inconscientes, [el racismo está] profundamente enraizado en las vivencias cotidianas.” Doña Shabi transmite discursivamente y mediante actos el racismo y saca provecho de él. Cuando se dirige a una de sus cuatro sirvientas que le ha servido durante ocho años, la amenaza y humilla con insultos, “¡te mato a palos, india bruta” (30). 

La patrona fabrica la Otredad de las mujeres autóctonas a partir de una matriz imperial y cultural que sella la falta de humanidad. Dice “todo lo hacen mecánicamente, no tienen sentimientos” ni tampoco inteligencia para aprender (95). El diálogo entre doña Shabi y su quinto esposo, el italiano Henry que saca madera del bosque y explota las materias primas del Ucayali, resulta ilustradora de dos posiciones irreconciliables sobre los aborígenes del Oriente._6__Mientras que para el aventurero de Europa, los campas, chamas y cocamas, “todos trabajan cuando se les trata bien. Los campas son muy inteligentes y resistentes. Los chamas son algo flojos, pero se desempeñan bien... Aman con pasión la libertad, son pescadores por excelencia” (100); la patrona peruana exclama con una retórica dualista y rotundo desprecio racista ante un acto de desesperación de los aborígenes para comer, “-¡Qué bárbaros son éstos! Y así habrá gente que proteste por lo bien que les tratamos nosotros los civilizados”. El hombre extranjero que ama a una campa, tiene con ella una hija, comprende las diferencias culturales, muestra una actitud paternalista, liberal y compasiva con la gente con quien trabaja, “-¡Ellos prefieren su vida así, y hay que dejarlos. En nada nos hacen daño con ser distintos a nosotros” (101).

La ideología conquistadora de doña Shabi justifica la explotación del trabajo de sus domésticas, maridos y Sabao, -su amante cashibo que administra el negocio hace veinte años-, y de la maestra Esperanza. Un gesto de doña Shabi como ser estéril -no concibió hijo con ninguno de sus maridos ni con Sabao-, que acentúa su posición racista, la define cuando adopta una hija de piel clara y la pone a estudiar en un colegio de monjas de Lima. Inclusive ese acto lo hace con propósitos pecuniarios ya que quiere heredarle su empresa. Doña Shabi concibe que la educación es un derecho cultural para que los blancos y mestizos se civilicen y progresen, asegurándose así un estatus social y laboral. El efecto perverso de esa sociedad jerárquica margina a la población aborigen mayoritaria y la mantiene analfabeta. La orden que da a la maestra traduce su odio a las cautivas y la necesidad de conservar el gobierno de las capas dominantes, “-Oiga, Esperanza, nada de enseñarles a leer, eso las malogra y las hace más burras” (52).

¿Cómo se lleva a cabo la captura, el cautiverio y el asalto sexual de las niñas? ¿Qué consecuencias en la personalidad y en la identidad infantiles se derivan de la violencia? Doña Shabi pone en funcionamiento un sistema de coerción que asegura su autoridad absoluta sobre las victimarias con la convicción de que las niñas y mujeres indígenas deben aceptar pasivamente cualquier maltrato. Doña Shabi subyuga y domestica a los miembros de las tribus selváticas con un arma poderosa: el suplicio y el castigo físico que enseña a sus fieles seguidores. En su red colonizadora cuenta con el trabajo sucio del cashibo Sabao, un doméstico que traiciona a su comunidad étnica e inflige la violencia que recibió injustamente de uno de los maridos de su patrona.

Sabao rapta a las niñas de los grupos shipibos, conibos, cashibos y campas. Por lo general, el brazo derecho de doña Shabi arranca violentamente a las hijas de sus padres y aniquila con sangre fría a los que se le oponen (112). En la trama novelística, Sabao trae, para incrementar el negocio de doña Shabi, a tres niñas prisioneras: Mama Ocllo de doce años, Salomé de once y Esparta de solamente siete. Esta última se diferencia de las otras porque tiene piel blanca como su padre Henry que la engendró en una chama. La dueña de Shiringal posee en su casa un “calabozo” oscuro en donde encierra a “las salvajes” para que se acostumbren al cautiverio y terror. Durante la noche Sabao les demuestra el sufrimiento que les espera en la casa “civilizada” de doña Shabi. Viola a Mama Ocllo “con ferocidad de animal salvaje” como si fuera un rito de virilidad masculina y de dominio sobre su presa. A Salomé “la destrozó con furia... y sintiéndose invadido por su ancestro antropofágico saboreó la sangre caliente de la indiecita” (34). Con la menor Esparta, Sabao se divirtió sádicamente, la torturó y le mutiló los órganos genitales con un cuchillo. El narrador califica de “sangrienta orgía” la violencia del cashibo Sabao.

La escena narrativa de la mañana siguiente cuando doña Shabi encuentra a las tres niñas ensangrentadas y adoloridas muestra su indiferencia y sangre fría. Sabe y acepta que Sabao tenga el derecho feudal de pernada. Su carácter hipócrita, sin embargo, la empuja a ganarse la confianza de las niñas a través de un falso trato de amabilidad. Les promete que a su lado estarán bien porque las consideraría como a sus propias hijas. No obstante, abandona rápidamente su actitud materna y amenaza verbalmente a Ocllo que acusa el comportamiento sanguinario del amante, “Te repito, por última vez, que no hables de Sabao, porque, de lo contrario, te cortaré la lengua y te partiré la cabeza con un palo” (39); sella de esa forma su brutalidad y autoritarismo.

Salta a la vista que las niñas “conquistadas” y exiliadas en un espacio ajeno carecen de padres que las protejan, no tienen derecho a protestar contra comportamientos malsanos ni a expresarse en su dialecto. Doña Shabi les asegura “dentro de unos meses estarán hablando en castellano” (39) destruyendo el sustrato lingüístico de su identidad. Pone las bases de la aculturización occidental y edifica una otredad enajenada. Además del trauma del rapto, la violación sexual, doña Shabi las priva de voz en su lengua materna, las inserta en una cultura ajena, causando más rupturas en la psiquis infantil. Sus cuerpos heridos y lacerados en su sexualidad por el shipibo, manifiestan miedo y en forma defensiva callan y aguantan la violencia de los verdugos. La matrona las sanciona incluso cuando hacen bien la labor con el fin de que no pierdan la costumbre de ser golpeadas y sepan quiénes mandan en la casa y en Shiringal. La carencia afectiva familiar, el abuso sexual, el horror del asalto masculino y los castigos de la matrona que se repiten diariamente debilitan el tejido de la psiquis de las niñas. Al respecto Boris Cyrulnik en Merveilleux malheur (1999) expresa, “Lo que se inscribe en el niño, es bien entendido lo real, cuando la frustración es enorme, pero es sobre todo el sentimiento de sí bajo la mirada del otro... El sentimiento de sí llega a ser un tipo de premisa de identidad, como una imagen de sí plantada en el niño por la mirada del otro” (67)._7__¿Qué pasa cuando esa imagen fija y desvaloriza a las niñas, les impide ser en función de sí, porque sólo sirven como pilares familiares y económicos desde los cuales se construye el progreso de una nación mestiza? El maltrato del cuerpo productivo, vejado y sometido de las aborígenes no se circunscribe a la casa de doña Shabi, se ha vuelto una costumbre y un mal crónicos de todos los habitantes del pueblo. Inclusive el más pobre dispone de una doméstica a quien su patrón raja sexualmente para darse placer y la familia golpea para desahogar frustraciones.

En la novela de Caller, así como en toda la historia de la colonización española, brotan amagos de rebeldía y de venganza ante la autoridad despiadada de la matrona, de parte de un sacerdote vasco, del padre de Ocllo, pero no de las niñas. A pesar de que Ocllo, Salomé y Esparta son vendidas, brutalmente abusadas, no tienen voz propia que muestren sus puntos de vistas ante tanta crueldad, no se limitan a ser víctimas expiatorias del apetito sexual y comercial de sus patrones. Ocllo se queja del maltrato del cashibo Sabao cuando llega a la casa de Shabi, pero ésta la silencia. Salomé sufre los celos de Sabao quien le muerde los senos y expone su cuerpo en una canoa para que los pescados carniceros la devoren. Solamente a través de la evolución del personaje Esparta, el lector se da cuenta cómo mediante la resiliencia psicológica la mestiza abusada sobrevive y supera los traumas de su infancia mortífera y recompone su identidad. El neuro-psiquiatra Cyrulnik cita a Stefan Vanistendael para quien la resiliencia “es la capacidad a salir adelante, a vivir y a desarrollarse positivamente, de manera aceptable en la sociedad, a pesar de la tensión o de una adversidad que comportan normalmente el riesgo grave de un resultado negativo” (10). De su lado, Rosette Poletti, autora con Barbara Dobbs del libro La résilience, l'art de rebondir (2002) afina la definición, “La resiliencia, es la capacidad de rebotar…Desde hace veinte años, los psicólogos emplean igualmente la palabra para significar la capacidad de los seres humanos a resistir a la destrucción, a protegerse de la adversidad y de situaciones difíciles”. Para Poletti los factores esenciales de la resiliencia se resumen en cinco aspectos y los mismos caracterizan la personalidad de Esparta:

1. La capacidad de comunicar que permite contarse, decir lo que se desea, pedir ayuda, tener humor. 
2. La voluntad de dirigir su destino, negarse a ser una víctima eternamente, tomar iniciativas.
3. No aceptar el sentimiento de "culpabilidad".
4. Las convicciones: dicho de otra manera creer en algo, que sea en su familia, en Dios, en un sistema filosófico… Todo lo que aporta sentido a la vida inclusive a las situaciones más abominables. 
5. La compasión: según el escritor Elie Wiesel, el mejor medio de sobrellevar una desesperanza es ayudando a los otros a sobrellevar la suya. Stefan Vanistendael y Jorge Lecomte (Leer el libro: La felicidad es siempre posible, en las ediciones Bayard, 2000) que han seguido la trayectoria de los niños de la calle en América del Sur, observan que aquellos que deben proteger a un hermanito o hermanita salen adelante mejor que los otros.
La resiliencia de Esparta -a quien su nueva patrona Esperanza le ha rapado la cabeza por celos- se desenvuelve bien porque logra aliarse a escondidas a un grupo de protestantes estadounidenses a quienes confía su condición cautiva, aprende con ellos la lengua inglesa, parte a otro país para evitar ser desfigurada por una bruja y asaltada por el extranjero Charles. En el último capítulo XXII de Doña Shabi se presenta a la joven Esparta en pleno poder de sí misma que critica la fe ciega en la religión, se encuentra “lista a actuar” en bien de “semejantes con quienes solidarizarse en la lucha común por nobles ideales” (154). El sufrimiento le permite manifestar empatía hacia todos los seres humanos y su espíritu altruista se contrapone a la actitud egoísta y mutiladora de sus matronas, dando sentido a los proyectos de vida para ella y para los demás. Su trabajo como enfermera y misionera en el continente asiático la llevan a calmar el dolor. Su alegría de vivir con sinceridad se manifiesta en la utopía que traza así, “Llegará una época ideal en que el placer será como un elemento de concierto con el placer de los demás” (156). Esparta encuentra un sentido a la representación de sí y de esa manera reconoce la riqueza de su cultura aborigen en la configuración de su propia historia. Shiringal “era un retazo de la selva, que ella sentía latir en su vida y que se desbordaría como una alborada nueva, plena de amor para todos los de su raza” (153). A pesar de todos los logros y crecimiento humano, la joven que escapa del cautiverio de doña Shabi pasa a ser dependiente de los protestantes que la ayudaron a escapar del Perú. En contacto con la literatura incentiva sus “inquietudes de carácter político-social”. El deseo de regresar a Shiringal para ayudar a su gente se posterga. Los pastores le impiden ir a su país de origen porque piensan que su idea libertadora “constituía un peligro para la religión y para la organización estatal” (154). Para que olvide su proyecto, la envían como misionera a la China.

Para concluir, puedo decir que Clorinda Caller Iberico expone y condena en Doña Shabi la narrativa racista y el trato inhumano que las mestizas y los indígenas infligen a las niñas aborígenes. Se inclina por Esparta una mestiza cultivada que se casa con un francés con quien se siente dichosa, estudia en el país más rico de las Américas, trabaja como enfermera en Asia y sueña que salvará a su pueblo. En efecto, a los ojos del narrador, Esparta personifica lo que podría significar el progreso, la cultura occidental y la futura libertad de Shiringal. Me interesa destacar el caso único de resiliencia de Esparta que indica que ciertos niños violentados pueden sanar sus llagas y reconstituirse una identidad multiforme que desafìe los clichés dualistas y racistas del discurso colonial imperialista y las prácticas retrógradas. Según Cyrulnik, “Visto del interior, [la frecuencia de la resiliencia] se estructura como un oximoron que revela la división interior del hombre herido, la cohabitación del Cielo y del Infierno, la felicidad al filo de la navaja” (16). En ese sentido, Esparta reflexiona sobre su pasado, acepta el crisol del dolor infantil y del placer juvenil como elementos de su identidad mutante, sabe que no fue responsable de la violencia, retoma el control de su vida y educación, recupera la voz después de que ha inmigrado a los Estados Unidos, viaja por Indochina y China sanando a los enfermos y como mujer, sujeto de sí, sostiene una filosofía solidaria para conseguir el bienestar de la humanidad lejos de su país de origen. 

Me pregunto si la escritora Caller no convierte a Shiringal en la metáfora de una nación mestiza que corresponde a una realidad de la primera mitad del siglo XX con prácticas colonizadoras y neo-feudales, relaciones sociales injustas de poder en las que los conquistadores mestizos empujaron a las minorías étnicas a renunciar a su identidad cultural para convertirlas en las alteridades bastardas del Perú a punta de paliza, terror y domesticación. La lectura de Doña Shabi de Caller Iberico nos sumerge en la crueldad más espantosa de un sistema que destruye las capas identitarias, lingüísticas y culturales de niñas de etnias aborígenes. También critica a los gobernantes que cerraron los ojos y no quisieron ver que las niñas serranas o selváticas se vendían y compraban como animales de carga para beneficio financiero de comerciantes zenofóbicos e imperialistas. La novela genera desagrado y total rechazo del comportamiento corrupto y vergonzoso de personajes claves de centros sociales, económicos, culturales y políticos hacia niñas cautivas de la selva, violentadas por ser aborígenes para aceitar con su sudor gratis, cuerpo y sangre baratos el engranaje del proceso industrializador, la ideología patriarcal y las prácticas racistas y discriminatorias de la historia del Perú. 

Reconocimiento: Mi agradecimiento sincero a la Dra. Celia Rojas-Viger que  compartió conmigo sus ideas para mejorar el presente ensayo.
 

NOTAS:

_1__La novelista cuzqueña Clorinda Caller Iberico se formó intelectualmente en las Universidades del Cusco, Arequipa, San Marcos de Lima y de Santiago de Chile. También ha publicado un libro sobre María Reiche y los Dioses de Nasca, Lima: Editorial Horizonte, 1984._Regresar

_2__Según la información del APRA en la historia del Perú, “Implicated in acts of political terror, the Apristas were outlawed from 1931 to 1945. While underground, the Apristas engaged in continual gun battles with the military, thus creating an enduring enmity between the two groups. In 1945 the party was legalized, and joined in a coalition government under José Luis Bustamente. In 1948, an abortive revolt of dissident Apristas in the port city of Callao brought the country to the verge of civil war, sparking a coup by General Manuel Odría; APRA was again outlawed. The party was legalized (1956) when Manuel Prado, a conservative, was elected president with its support.”_http://www.1upinfo.com/encyclopedia/A/APRA.html._Regresar

_3__Según el Diccionario Thésaurus, el término “cautivo” posee afinidades con sumisión, esclavismo, cadena, dependencia, alienación. Ver en Bibliorom Larousse._Regresar

_4__El análisis de la OEA sobre el período republicano ilustra claramente la política colonizadora de la selva peruana en favor de la inmigración europea: alemana, austriaca y otra; y de las empresas extranjeras agropecuarias y explotadoras del caucho. Véase en el Internet,_http://www.oas.org/usde/publications/Unit/oea27s/ch11.htm._Regresar

_5__En el documento de la OEA se expone el contexto actual de la región boscosa de la selva cuyos 22,000 habitantes forman parte de 1320 comunidades nativas y 56 grupos etnolingüísticos. Ibid._Regresar

_6__De acuerdo al estudio de la OEA, los campas ocupaban “las cuencas de los ríos Chanchamayo, Perené, Pichis, Bajo Urubamba y Alto Ucayali, y las regiones de Satipo y del Gran Pajonal” cuando llegaron los españoles a la Selva Central. Ibid._Regresar

_7__La traducción de las citas de las obras en francés al español es mía._Regresar
 

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA:


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