Nació en la ciudad, en la intersección de las dos calles principales, a escasa distancia del palacio de gobierno. Pero toda su vida soñó con el bosque y el lago que se extendían al norte.
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Cuando era pequeño, hijo único, lo vistieron de seda y lo asistió una institutriz. Mas, siempre envidió a su vecino que tenía los zapatos rotos y trepaba a los árboles mientras su madre le hacía un nuevo hermano en la siesta.
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Ingresó en la universidad y estudió leyes. Obtuvo el mejor promedio y se casó con la hija de un embajador. Pero mientras le hacía el amor a su mujer y estornudaba por una alergia adquirida por el papel de los libros, pensaba en lo excitante que sería ser pirata. Enterró a sus padres en un mausoleo de mármol blanco con placa de bronce. Tuvo dos vástagos que también estudiaron leyes. Su esposa se apagó tan inadvertidamente como había vivido. Entonces él supo que era un prisionero y a la vez, sin proponérselo, un carcelero.
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Y un día dejó la ciudad y se fue al bosque. Se desprendió de las ropas y caminó desnudo. Olvidó las leyes de los libros y descubrió las de la naturaleza. Luego conoció a una campesina y gozó de las mieles de la carne y del espíritu. Jugó a los piratas con un nuevo hijo y antes de morir pidió que esparcieran sus cenizas al viento.

• Otra muestra de su obra:

• "Tiembla, Mendoza, tiembla"_(cuento)

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Página puesta al día por_José Antonio Giménez Micó_el 6 de mayo de 2013