Paul Appell toca a
la puerta. Busca a Manya Sklodowska. Ella aparece en
el umbral. Él le dice que su esposo ha muerto
atropellado por un carro de caballos y le entrega
los objetos que Pierre traía consigo esa mañana: una
estilográfica, las llaves de casa y su reloj de
cuerda. Junto con estos, recibe un montón de jirones
con grumos de sangre y trozos de sesos. Manya cierra
la puerta y va a su habitación. Se sienta en la
cama. Observa las cosas, las acaricia. Repara en el
reloj. Tiene el cristal intacto y sigue funcionando.
Luego toma lo que queda de Pé en la tela. Se
recuesta. Pone la cabeza en la almohada. Imagina las
patas de los caballos quebrando el cráneo. Acerca
los jirones de cashimir a su nariz. Los huele. Los
besa. Apenas si percibe el olor de esa loción que
ella le regaló para celebrar su Premio Nobel de
Física. Cierra los ojos. Repasa las últimas palabras
que se dijeron. Se queda dormida.
***
Sueña que van juntos a uno de sus
paseos en bicicleta. Recorren un bosque de castaños,
robles y abetos. Pé va adelante y ella lo sigue. Se
detienen en un claro tupido de musgo, se apean y
recogen flores. Manya acomoda algunas en la canasta:
Iris, Oxiacantos, Glicinas y Abenuces.
-Il faut faire de la vie un rêve et faire d'un
rêve une reálité, él le dice
sonriendo.
La casa de los Curie aún huele a las flores que
ambos cortaron el día anterior. Irène Joliot y Ève
Denise corren y ríen alderedor de los muebles.
Manya despierta con el ruido que hacen.
***
Al oscurecer, se estaciona una
ambulancia en la casa del físico. André Debierne
tiende el cuerpo en una de las habitaciones. Marie
Curie le da el último beso en el rosto y le habla:
-Pierre, mi Pé, encerrado ahora en
un sueño del cual no puedes salir.
