Delma
Wood_(Argentina-EE.
UU.)._"Frida"
Tan pronto
fui adolescente mi útero llegó a ser aguacate sin madurar.
Cuando era niña seguía a mi padre a su trabajo y probé
su cactus. No absolví el retocar calmado de su artesanía
mientras que el espíritu de sus fotografías con madera y
lápiz fueron puliendo mi mente. El me enseñó a luchar
para que mi existencia pueda chispear por encuadres. Más tarde
mis ideas vanguardistas y los mariachis de la Alameda expusieron cómo
el hombre es el lobo del hombre. Mi México me refutó. Tal
vez yo podría haberlo reconciliado. Resignarme? No quise.
Todo ocurrió. Intrigas y venganzas
de La Revolución.
La revuelta de mi vida. La rebelde de mi ser.
Pisaron mi
matriz.Y desgarraron tan duro mi mente de mi piel.
¡Los
hombres siempre son una excusa!
Toda mujer
debería construir una casa azul con mi Diego, mi guardián,
enmascarado como mi virginidad. Pacificada con colores esplendorosos, vistiendo
las flores en verdes, amarrillas, cubiertas con doseles blancos.
Perfumada iba aquel día de calor recalentado de sol mexicano. Subí
a ese camión nuevecito con mi enamorado. La virgen colgada del espejo
retrovisor no alcanzo a decirme dónde estaba mi sombrilla. En el
frente, para el impaciente camionero, era mucha la tentación el
esperar que cruzara el tranvía de Xochimilco. Detrás, el
metal arrastró mi pelvis hasta descuartizarla.
Sólo
una silla distante de mi novio.
Mi sufrimiento
se tornó en una iguana salvaje quién es forzada a tragar
las alucinaciones de la Cruz Roja y los doctores. El corsé
impidió mi vida antes de que pudiera definir mi feminidad. Me robaron
los tacones y las medias de seda. Y con todos los niños de pies
descalzos y los sin fuerzas para ponerse de pie en mi México, ¡me
pasó a mí!
Se me ocurrió
que las cosas malditas, las plagas de luz y sombra, les pasan
a otras mujeres,
a quienes tanto amo, también. Pinté el águila, la
lagarta y el amor.
Enmarqué
las lágrimas del cocodrilo con substancia para que otros pudiesen
ver lo que fue. Para que pudieran verlo resplandecer; el sufrimiento que
desconocen.
Porque todos
necesitamos apreciar que las vidas de los otros no pueden ser sacrificadas.
Debemos cargar
con nuestros niños. No importa que seamos, o no, madres.
El esmalte
rosa y rojo revestirá la fuente de mis museos.
La carne de
mis labios; sol, carmesí y globos.
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___________________Abril
2006
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