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Cascada soy en torrencial empuje
bajo los cambios que devana el tiempo,
donde ya de regreso al despuntar sus giros
hoy me contemplo en las marchitas hojas
que ayer con gozo cobijaron aves,
petrificadas luego en pleno labio.
Fluir, fluir esta cascada,
fue mandmiento en mi doblado tronco
de tanto amor que perfiló mi río.
Aguas, aguas vividas
con la pasión de un dios, olmo en las brasas,
que en mí fue lecho de evidentes tactos
con pies de arroyo.
Naturaleza,
           donde aire, tierra, fuego,
cántaro son detrás del agua.
Agua que arrastra las vencidas yemas,
los aventados nidos, los juveniles marzos
o los veranos que en la siguiente imagen
apenas logran sostener sus botas.
Agua contra los restos,
cuando el volcán del mar era ceniza
y cabalgaba ciego hasta mis ojos.
Ojos que el agua supo
resucitar con lágrimas de nuevas aberturas
en la cascada de mi Yo interno.
Única fuente de inmortal latido.
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