_
En la alforja derecha de la Osa Mayor
se abrió el relámpago,
un enjambre de luz dio cauce al trueno.
Se volvió el hombre a comprobar su efecto
y, como la amplia puerta estaba próxima,
se acercó al haz de luz, calladamente,
entornando el visillo de su alma.
_
-Es rugido de Dios, comentó el hombre.
Debo afinar los ojos, si me descuido
puede ser incisivo, y enviar nuestro motivo
a orbitar otro espacio.-
Y, convocando espíritus y a las huestes del Viento,
hizo brotar los duendes de la Tierra.
El primero, le dio fruta madura,
el segundo le dio milagros de aire,
el tercero, prodigios de belleza.
Así, comenzó el Juego.
_
Juntando leños, ramas y hojas secas,
desanudando el corazón del sueño,
se acuclilló, frotó dos vegetales
y lanzó su rumor con tanta fuerza
que hizo nacer al Fuego.
Mirando aquel juguete en las manos del hombre,
el Sol tembló de celos.

_