Juan
José Macías_(México)
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Del furor
que infunde la estación florida
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En primavera,
la fuerza del calor espolea a los cabestros
(el aire fermenta
con bramidos y conmueve a las mieses)
y aún
impulsa a pugnas entre sí a los tímidos corzos.
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Todas las
prosapias de las aves, todos los linajes de las bestias,
incluso los
derechohabientes de las variadas aguas,
como uno solo
atraviesan los ardientes desiertos de la brama.
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Entonces patea
furioso el jabalí; entonces aún más
es de temer
el tigre. Las yeguas fecundadas por los vientos,
recurren sudorosas
a las calcinadas leyendas de los hielos.
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Y a las noches,
en que la estación renueva en las muchachas
(de igual
modo como todos los astros se avistan en sus ojos),
éstas
les obsequian con la lubricidad que aquellas les infunden.
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