María
Elena Solárzano_(México)
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En el verano
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Disfruto la
pulpa de manzana,
el rojo mancha
mis dedos y sus dedos.
Ella quiere
que conozca de duraznos,
de nísperos
y frutas tropicales.
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Mis ojos la
siguen,
se acuesta
junto a mí:
el calor me
llega de su seno.
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Perfumada
Eva en extravío,
su mano como
hoja de marrubio
en el biombo
de bambú se posa,
dibuja anacondas
y bromelias.
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Sin Ella no
florecen los ciruelos
ni el agua
gira en el molino
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Conozco la
voracidad de las orugas.
Confundidas
con las frondas engullen los mastuerzos,
se deslizan
como si midieran caminos de humedad.
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Con siderales
hilos construyen
el arca que
guardará su vida,
inician su
sueño de amaranto,
en los agrios
vapores del verano caen.
Las veo rasgar
el tabernáculo de seda.
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De las tinieblas
con cautela surgen,
desgajan el
aire,
duermen al
amparo de las hadas.
Ofician en
rituales prohibidos.
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