La noche me provoca, me llama,
me encuentra casi siempre,
me da su mano oscura, su voz enronquecida,
sabe de mis temblores
mis secretos de almohada.
La noche me despierta el intelecto,
me desboca, me aviva.
Cuando duerme y me presta sus ojos
-Morfeo que no llega-
yo veo entre las sombras, paseo por la casa
y escucho su silencio que prende en el latido
se posa entre la piel y sus agujas
van cosiendo mi sueño, despaciosas
mientras, compongo versos,
versos que se me acercan y navegan
como veleros blancos por mis blancas sábanas.
Oh noche, amada noche, habítame que quiero
dar a luz tus enigmas, tu fuerza, tu delirio
ser tablero y caballo para tus saltos locos,
alfil, peón, reina y rey
para después dormir y darte jaque mate.
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