La soberbia dibuja simulacros
de sonrisa en los rostros altaneros
de la academia rimbombante. Arrugas
de caras prestigiadas la apontocan.
No se llama Las Casas mas le duelen
los ‘indios’ y africanos cuando planta
en el casto salón su valentía,
antigua como los chamanes. Marcha
a cortos pasos hacia el serio grupo
donde el pulcro intelecto ha simulado
empatía. Crujen los tres sillones:
Los Que Creen Saber se repantigan.
Las seguras manos café con leche
ubican sobre la mesa unos apuntes.
Misses Earth, Mister Hell y Jovellanos
en este tiempo axial de dos mil doce
van a escuchar al sudamericano
(Earth recuerda al primate de Franz Kafka).
De su voz -hondo siku incomprendido-
mana la sabia autoridad remota,
y clama, ante el milenio que despunta,
por Nuestra América partida y rota.
Tiembla su corazón, vibra su mente,
las palabras chorrean como sangre
de la inflamada boca y van llenando
de extraña música cinco centurias.
Su lengua ha desgranado cien millones
de historias invisibles y ahora calla...
De golpe, la Academia lanza un grito:
la Ascensión del ‘sudaca’ ha comenzado.
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(D. 18-04-10, hs.17:40)
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