Un árbol es un cielo y no es un cielo,
retado por la luz es un paraje
donde se incendian todos los veranos.
Un jardín es jarrón sin ser jarrón,
si lo tienta el color es una inmensa falda de cristal
bordada por abejas de oro.
Y el mar no es sólo el mar,
cazado y cazador, quieto y alado,
el mar es más que el mar, nombra y desnombra
discreta y sabiamente como el día.
Y un poeta es aún más, mucho más
que algún vuelo refugiado
en la fosa voraz de un esqueleto,
es piedra de amoríos contra el pecho,
furgón de mil caballos.
Pero ahora, amigo, hablemos de poesía,
sabia y discretamente, como el día,
para mejor mirarnos.
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