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Yo tengo una silla mágica
y, cuando me siento en ella,
las calles de la ciudad
bajo mis zapatos vuelan.
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Me gusta sentir el mundo
desde mi silla viajera,
porque las cosas parecen
hormigas que se atropellan.
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Se preguntan los curiosos
mirando mi silla espléndida:
¿Qué saltimbanqui
la impulsa?
¿A qué palacio lo
lleva?
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Pero sólo algunos niños
entusiasmados se acercan
a comprobar si es posible
volar sobre la tristeza
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Un día, sin decir nada,
cuando salga de la escuela,
voy a marcharme en silencio
a conocer las estrellas.
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Montado en mi buque aéreo,
sobre cósmicas mareas,
no habrá arrogante edificio
ni montaña que no venza.
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¡Porque yo sé que no
existe
ninguna nave secreta
que pueda volar tan alto
como mi silla de ruedas!
Dayamí
Pupo Ávila (Cuba) La silla
mágica _
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