Cuidamos del animal
herido-
no habrá descendencia
después de que el pueblo sea tomado:
los niños que lloran de hambre
son asesinados uno a uno
por regla hasta antes del amanecer.
Ayudamos a la que tomamos por nuestra cría
a sentir en el sueño profundo
la respiración de las fieras que perecieron en el frío,
a entrever la ceniza en la tierra conquistada
por la que alguna vez llegó caminando descalzo hasta acá
con los pies cortados y gritando nombres.
Dejaremos los refugios
porque ya no tiene sentido agonizar lejos de los gritos de la gente;
y él -portavoz de los muertos, completo de su sangre-,
con confuso cariño reconocerá
a cada rostro de los seres de la inocencia,
tendrá la razón para dar nueva vida y caer exigiéndola.