¿Qué dirías, Roque, de El Salvador actual,
de tu paisito, de tu pedacito de recuerdo por el que diste
tanto?
¿Seguirías interesado en hurgar su esencia?
¿Qué pensarías de la izquierda que intenta levantar
cabeza,
de los triunfos de aquí, de las pérdidas de allá,
de los que siguen todavía con la bandera en alto,
de los otros, los que hace años vendieron sus sueños?
¿Qué dirías de tu país y del continente, qué dirías
de este mundo cada día más patas arriba?
Otra vez pondrías los puntos sobre las íes
y te odiarían otra vez, y te perderías en las noches,
tratando de huir por pueblos que ya no conocerías.
Volverías a escribir sobre la historia
y otra vez les caerías como patada en ayunas a las
autoridades
y te prohibirían y te perseguirían y quemarían tus libros,
hasta que dentro de cuarenta años
vuelvan a descrubrirte y te nombren Hijo Benemérito
y te cubran de honores y dediquen un día especial para
ti,
mientras tanto la gente pobre seguirá igual, con hambre,
siempre en sus casuchas sucias languideciendo sin
esperanza.
Ya te veo, Roque de este siglo nuevo, escribiendo sobre
el mar
y el viento, lúcido y ágil de palabra en palabra,
buscando bombas y adivinanzas que harán sonrojar
a más de una vieja fufurufa,
burlándote de más de una verdad,
regresando a escondidas a tu país
para respirarlo, para que se te pegue a la piel,
para que tus pueblos y tus cerros
te entren en el cuerpo otra
vez, para no irte nunca más.