Dedicado a las mujeres asesinadas en Ciudad Ju�rez

Si yo fuera como ella

una mujer nacida entre misterios,

una mujer llamada mexicana,

te abrir�a el fruto de mis manos

con estos brazos soplando como vientos.

Y en medio de la jungla, con tierra y fuego

resonar�a el poema m�s hermoso

vuelto sabia, suelo, cielo, plegaria,

que saldr�a de las bocas de los pobres,

reviviendo la alegr�a de tu nombre.

Porque eres, como otra nueva muerte,

nuestro estandarte. Testiga. V�ctima. Hermana.

No hubieran podido inventar para nosotras

una mejor arma que esta, tu carne mancillada.

La monta�a adonde viviste con tus muertos

te abri� sus cerrojos y te cont� sus cuentos,

y deviniste "la voz que se arma para hacerse o�r,

el rostro que se escondi� para mostrarse".

En la m�a eres hoy esa voz, ese rostro, esa quimera.

Ha nacido tambi�n tu estrella roja,

para prenderse al vuelo de tus l�grimas,

con cajita parlante y pulida para nombrarte:

mujer-hija-hermana-madre-maestra-amante

"As� te dice la estrella que es monta�a".

As� te canta mi verso, as� te llama

mi temor dulce, que se hace

entre tus manos fr�as

canto de amor en las ma�anas.