Claudia Hasanbegovic (Argentina)
Hasta la victoria siempre, querida Marta
Buenos
Aires, Argentina, 23/6/2023
Marta querida, sentí tu presencia
saludándome el 6 de junio de 2023. Días
después me enteré por tu hija que habías
partido.
Seguramente partiste a otro espacio con
computadoras u otros dispositivos que te
permitan continuar la lucha, tal vez, en
otras galaxias. No te imagino descansando tu
mente inquieta, tu espíritu solidario, tus
manos y dedos ágiles y voladores, que día a
día que te conocí por 26 años consecutivos
me enviaron mensajes, noticias, solidaridad
con mis causas, o pedido de que me sumara a
otra en algún rincón del planeta. Los
primeros contactos fueron por cartas, y
después siguieron los correos y los mensajes
de Facebook y posteos en tu blog.
De las
muchas personas que conocí en mi vida has
sido la más genuinamente fiel a tu
independencia de políticas partidarias y
consecuente con tus ideales.
Aquel día en Londres en 1997,
buscando entrevistar sobrevivientes del
fundamentalismo religioso y militar –que
fue, a mi modo de ver, la dictadura de
Argentina de 1976-1983–
una mujer en Amnistía Internacional me
daba tu nombre, y me avisaba ‘que eras muy
solidaria’ –además de especial; que habías
trabajado como voluntaria allí
construyendo el listado de todas las
personas desaparecidas en Chile y en
Argentina, y que ahora eras docente en la
Universidad de Middlesex.
Te contacté por carta y
cuando me contestaste, en esa tu primera
carta, ya me invitaste a una conferencia
de latinoamericanistas. Al finalizar y así
como al pasar, me compartiste que estabas
conociendo a un hombre “de la mejor manera
que se puede conocer a un hombre”: en la
cama. Me encantó tu pasión por la vida,
expresada de esa manera, y luego
compartiendo fotos de pájaros y plantas
que cuidabas y amabas, y que tu talentosa
hija fotografiaba.
Paradojas
de la vida. Llegué a vos porque buscaba ‘el
testimonio de la sobreviviente’. Jamás me
diste tu testimonio del horror. Compartiendo
tu vida me diste tu testimonio de
resistencia y de resurrección como el Ave
Fénix que resurge de sus propias
cenizas. Por todo eso, por tu
fuerza, por tu afecto, tu enorme corazón e
inmensa solidaridad, me gustaste desde el
primer día.
Me ‘adoptaste’
enseguida. Me
sentí adoptada académica y literariamente
por vos. Ya habías sufrido la
discriminación en la academia británica
por ser del sur del planeta, y no querías
que me pasara lo mismo. Durante mi
maestría, mi doctorado y los años
restantes que viví en Europa fuiste un
hada madrina que me invitaba a
conferencias, a publicar artículos,
criticaba mis producciones para que pasara
los más exigentes jurados, me incentivaba
a crecer –y a sobrevivir–
en ese mundo académico y de la emigración.
Y hasta muchos años después en 2018 me
pediste que te representara en una
conferencia de Americanistas en la
Universidad de Salamanca, porque tus
médicos te habían prohibido viajar y
considerabas que era esencial tener un
Simposio sobre “Trata y Prostitución”. Y
allí fui. Tuve el enorme honor de ir en tu
nombre, y presentar papers,
participar en debates y reencontrarme con
colegas y conocer nuevas discípulas de tu
Grupo de CEISAL.
Martita querida, tu camino
por esta tierra ha sido una pasión por la
vida en su más amplia expresión. Tu hija y
tu hijo, de quien estabas tan orgullosa;
las luchas contra las injusticias en
cualquier punto del mundo, apoyando a
cualquier persona o grupo vulnerable que
fuese… Criticabas mucho al Ché, pero
rememorando tu vida recuerdo los consejos
que ese compatriota les dejaba en una
carta a sus hija e hijos: “...y sobre todo
sean siempre capaces de sentir en lo más
hondo cualquier injusticia cometida contra
cualquiera en cualquier parte del mundo.
Es la cualidad más linda de un
revolucionario.”
“Sentir
la injusticia que ocurre en cualquier
parte del mundo como propia”. Así la
sentías vos, así lo transmitías y, con
esa pasión por la vida y con el enojo
por las injusticias te transformabas en
tsunami inspirador para todas las
personas que tuvimos el honor y la
alegría de conocerte, y sumábamos
nuestras voces y firmas a las peticiones
que nos compartías.
¡Cuánto hueco dejas,
Martita querida! Te
estaré por siempre agradecida. Has
sido mucho más que una amiga, y es
doloroso saber que no seguirás
estando en este plano. Me consuelo
reconociendo tu vida y tus frutos:
has sembrado una gran comunidad
entre tus colaboradoras y
colaboradores del grupo CEISAL, que
tantos años más tarde muchas de
nosotras aún nos vemos y disfrutamos
de la amistad. Fundaste una
comunidad de almas sensibles y
justicieras y nos dejaste tus
libros, tus artículos, las
publicaciones de entrevistas que te
hicieron sobre tu inolvidable y
maravillosa vida.
Vos
misma viviste muchas injusticias en
tu vida. Las digeriste, las
denunciaste, las documentaste, y
transformaste tu dolor en un canto a
la vida y a la solidaridad. A
tus verdugos les salió “el tiro
por la culata”. No te quebraste ni
un poquito. Al contrario, te
multiplicaste hasta el infinito.
¡Hasta la victoria siempre,
querida Amiga y Hermana Dra. Marta Raquel
Zabaleta!
Los derechos de
los trabajos publicados en este sitio
corresponden a sus respectivos autores y son
publicados aquí con su consentimiento. A su
vez, estos trabajos reflejan, única y
exclusivamente, las opiniones de sus
autores
Se prohíbe la reproducción múltiple
sin previa autorización