" Mientras los machos lloran / y el sol duerme, / cambian los tiempos."

Marta Zabaleta

A la derecha de la quinta estrella,

en concordancia perfecta con el eje terrenal,

se situó el soplador de vidrios - el máximo orfebre sideral-

para moldear su obra suprema:

la copa donde los hombres bebieron por milenios, 

-y beberán hasta el final de los tiempos-

el néctar supremo: la chispa de la vida: su razón de ser.

La consagró con todas las formas y colores.

La ungió con todos los perfumes.

La templó con todos los dolores y alegrías. Y le otorgó

el sagrado fuego a donar.

Le imprimió el diseño de la esperanza eterna,

y la llamó "Mujer".

Ella sabe el número preciso del pan para su mesa,

y la suma exacta de la sal. 

Sabe leer la pena en el corazón que clama,

y multiplicar los caminos del amor.

Algunos, le asignaron homenajes, mármoles y bronces.

Otros, le apagaron las palabras, gastaron las puertas de su risa,

la pusieron de rodillas, rompieron su ilusión.

Pero nadie pudo quitarle el fuego: ella heredó la forma de parirlo:

dadora de vida, ella es la mujer.