La vida es como el agua.

Transcurre inagotable. Tropieza y se levanta, buscando las formas de la esfera.

Cascada juvenil, muere en el vuelo

como el cándido volar de las libélulas.

Corrige su destino, busca y ruge en río.

Brama en la costa que incendia el horizonte umbrío.

Baña con la luz de invierno luna

hasta que aclara…

Se desbarranca y en alas de mariposa

goza, toma, la beben, se matiza, hierve y sueña.

Una y otra vez llega y se aparta, se repara, añora lo perdido, y se vuelve
espuma. Pero ya el mar se la ha bebido.

Silenciosa

transparente

cantarina

se abre a las bocas

y por eso, nunca muere.

Condensada en la luna, me baña con su luz

hasta que aclara.

Si hubo lágrimas

desgarros, amoríos, si fue fortuito ese amor

habrá sonrisas. Olvido.

Renaceremos en poesía

 

Si aquel becerro de oro te reclama,

si en su ardor te quema todavía

si la presencia de dios no existió nunca

ni aun en esas  cuevas donde un solo dia el sol ardía

si fue misterioso el azar de nuestro encuentro

porque selló con su vuelo la substancia

ahora ya sin cuna

estamos nuevas, solas.

Si cuando lloro río

si cuando canto amo,

si cuando hiero

me disculpan las hadas del infierno

es porque vuelto agua aquel amor

deshizo el hielo, y renazco en cada primavera.

Todavía.

 

Si cuando nieva

recoges mis migajas y te las llevas

renacida

volarás conmigo al infinito

siempre,

iremos

recitando poesía.

 

Marta, Día de la Mujer, 8 de marzo de 2016