Nos encontramos pasada la medianoche,

a la hora donde muchos duermen, nos encontramos Marta y yo.

 

Ella comenta ¡qué terrible ché! y no dejemos que se repita la historia,

yo le doy a me gusta y hago clic en una carita sonriente cuando los dictadores caen llorando y suplicando.

 

Memoriamos Marta y yo, mirando fotos de caras que alguna vez fueron,

que alguna vez amaron y protestaron… como Marta y yo.

 

Nos llenamos de colibrís y campos de flores

de un rojo intenso, como el de la sangre recién derramada en vano,

subimos fotos y vídeos de momentos felices, para que la gente crea que todavía existe la esperanza.

A veces me dejo llevar por la alegría de mis perras corriendo, como si la paz se pudiese descubrir en esas carreras alocadas.

 

Nos juntamos Marta y yo a la hora de las lechuzas,

nos horrorizamos con el rapto de niñas en África,

con el cuerpo henchido de mar de un niño tirado boca abajo en una playa de Turquía,

con la mirada y el llanto desesperado de madres pidiendo asilo en las fronteras alambradas de Europa.

 

Nos desvelamos Martita y yo porque ¿quién puede dormir con tanto abuso de derecho humano en el mundo?

 

Marta y yo seguimos memoriando tiempos mejores, memoriamos amigas despiertas, amigas durmiendo para siempre, amigas quebradas y fragmentadas,

memoriamos amigas con memorias difusas o invisibles de su propia memoria.

 

Marta y yo seguimos despiertas.

Amanece en el mundo de las caras.

                     Me alegra y enorgullece la presencia entre nosotrxs de la interminable ternura de la Dra. Rivera-Fuentes
                     (Chile-Reino Unido),  profesora de la Open University en el Reino Unido,  adonde habita, que alarga
                     sus brazos y su excepcional uso de las palabras par anidarme, comprendiendo como pocxs lo que
                     el destino me ha confinado a ser. Gracias, hermanita. Saludos,

                                                                                                                                                    Marta