Ricardo Camarena Castellanos  (México-Canadá)

Tic, tac

 

Ella salió cálida, con una bolsa

y con la vida en esplendor

radiante y muy bien arreglada.

Sí, como canta Perales: buscando amor.

Caminó altiva, al tic tac del tacón

pero equivocó el camino

y entonces apareció un callejón:

oportuno atajo para ganarle al reloj.

Sin embargo, tras el basurero

acechaba la agresión

en forma de sombra torva,

misma que con un solo tajo

dos tic-tac paró:

el del andar, y el del corazón.

Entró pálida a la bolsa plástica,

ya sin vida, ya sin estertor,

sangrante y amoratada

y, como pidió el forense:

rumbo a la morgue hoy.

Ya sin el tic-tac

ni en el andar, ni en el corazón.

En las calles y callejones

Se oyen millones de tic tacs

de zapatillas y corazones,

pero también hay mil sombras

ocultas, para perpetrar delitos:

para detener los andares,

para detener los latidos.