Tu madre está
sentada frente a la pantalla,
su refracción le
arguye nada.
Opacas formas,
cual humo viajan silentes.
Desorientada no
logra descifrarles los códigos.
Resguarda tu
nombre en los partos de luna florecida.
En las noches de
grima lo arropa hacia adentro,
lo envuelve en
las olas, gritándolo al viento.
¿Te habrán
olvidado?
Marcado con tu
nombre, el reloj de la cocina espera
justicia.
Articula a las
agujas sagrados cantos para obliterar la
impunidad,
las alimenta con
spirit food.
mientras el dolor
se sirve una tajada de tu desayuno
favorito.
El cuervo guarda
en sus entrañas un espejo
donde estampada
tu alma se halla
junto al reflejo
de los hijos que no pariste.
¿Te habrán
olvidado?
La Madre está
sentada con todos los nombres de las
extraviadas en su pecho,
fundida con las
agujas le enhebra un manto sagrado a la
justicia.
Su oralidad
teñida de blanca nieve desgarra un grito a
la brújula.
Los cuatro puntos
cardinales responden con un eco de
silencio.
Más allá del que
vuelvas han retornado las orcas a
Ucluelet.
Vestigios de tu
nombre viajan en ellas.
La pantalla aún
no te nombra.
Ella sigue
sentada sobre las interminables horas de
otro número doce.
