"Uno nunca sabe
si al levantarse mañana se encontrará con el sol

si de nuevo escuchará el canto de los  pájaros"

Carmen Rodríguez

Goterón de seda sobre fusil de acero,

la lágrima no puede apagar tanta locura

-las manos se entrenan en la muerte

y se estrenan los ojos en la sangre-.

No pueden los pájaros sin nido,

no puede la niña que reía antes de la orfandad de esta injusticia.

No puede el hombre. No puede seguir viviendo sin permiso.

No pueden las madres con tantas cruces nuevas.

No puede el árbol, quemado de pie como un testigo.

No puede la tierra devastada

ni los ríos que lamen la sangre derramada.

Ni la alta montaña cuando acoge los gritos de dolor inmerecido,

de tanta miseria acumulada en la patética escena final.

Sólo la palabra.

Ella abrirá caminos que nunca conocimos,

viajará

de corazón en corazón que sueña

con la libertad soñada.

Y para todos los que hayamos elegido

el lado de la vida,

será la marca en el orillo.