El llanto de los niños, los hombres,
las mujeres, las aves, los insectos,
es aluvión de
pena desbordado y siniestro.
Duele vivir cuando la muerte reina, no hay
compasión ni amor
no hay sol, no hay nacimientos.
Duele vivir, andar y respirar cuando la Tierra
tiembla cual cinturón de miedo.
¿Cuándo llegará el fin de eso que llaman Guerra?
¿Qué rayo, que relámpago, qué fuego despertará la
luz en las conciencias?
Ah, si tan sólo pudiera dar consuelo, sembrar y
ver crecer
un tallo de ilusión, un sendero de pétalos que
rieguen amor y compasión,
un abrazo piadoso que cubra tierra y cielos...
¡Ay, duele, cómo duele la Guerra y sus infiernos!
Si pudiera, con versos, rimaría las galaxias,
ordenaría palabras
en todos los idiomas que conformaran, con el verbo
AMAR,
todas las páginas del Universo... libraría del
dolor, del duelo de la muerte
los bordes del planeta y sembraría la PAZ en cada
pecho...
Ah, ¡la Guerra duele!