Alejandro Saravia (Bolivia-Canadá)
Pájaros sobre la Universidad McGill

______________________________Para que yo pueda escribir poesía que no sea política,
______________________________debo escuchar los pájaros,
______________________________y para poder oír los pájaros
______________________________los aviones de guerra deben callar.

______________________________________________________Marwan Makhoul

 

En trozos de carne, en fragmentos de hueso se convierten los seres queridos. Entre las ruinas, charcos de sangre negra reflejan un sol distante. Cruzan el aire de la mañana  los aviones de guerra de los ladrones de tierras, de la historia. Lanzan bombas sobre quienes aún sobreviven entre los escombros de Gaza, de Palestina.

 

¿Qué escribimos después del incendio de Troya?

¿Qué escribimos después del genocidio en las Américas desde 1492?

¿Qué escribimos después de las trituradoras humanas de Verdún y Bajmut?

¿Qué escribimos después de la hambruna provocada por Churchill en Bengala?

¿Qué escribimos después de las chimeneas de Auschwitz?

¿Qué escribimos después de la lluvia de napalm sobre Vietnam?

¿Qué escribimos después de la Operación Cóndor?

¿Qué escribimos después de la Tormenta del Desierto?

¿Qué escribimos después de los machetes de los Interahamwe?

¿Qué escribimos después de la caída interminable de bombas del ejército israelí sobre Gaza?

 

Nuestras lágrimas se convierten en ácido sulfúrico. Nuestros puños se transforman en granadas de mano. Cada célula de nuestro cuerpo se vuelve una bala furiosa. Hay que resistir para no convertirse en una máquina de odiar. Mejor enterrar la sed de venganza. Demasiada sangre ya ha corrido. No se puede vencer al monstruo convirtiéndose en el monstruo.


Bálsamo son las lágrimas. Que se abran los puños para el abrazo, la esperanza, para quienes muestran su humanidad. Porque cada cadáver bajo las bombas y los escombros guarda una historia que debe ser contada.


Ellos tienen armas, balas, tanques y aviones de guerra. Nosotros tenemos a los muertos - a las víctimas vivas en nuestra memoria. Una palabra es siempre más poderosa que una bala.

 

Por eso asesinan a periodistas y poetas, a las abuelas y los viejos tíos, porque ellos conocen las historias y llevan los sueños. Recuerdan los pueblos y las calles donde alguna vez estuvieron sus hogares. Recuerdan los campos donde crecían los olivos. Saben los lugares donde solían jugar los niños. Saben dónde se guardan las llaves - para el regreso.

 

Tenemos sus palabras. Mahmoud Darwish, Fadwa Tuqan, Sahar Khalifa, Edward Said. Tenemos los poemas de Refaat Alareer. Todos ellos que saben que cada último aliento en Palestina es un llamado a resistir, en todas partes. Desde Sudáfrica a Bolivia, desde Gaza a Montreal, su silencio hablará a través de nuestras palabras. Sus memorias serán preservadas.

 

Hay que vivir para contar sus historias, hasta que su tierra palestina les sea devuelta, hasta que los niños de Gaza vean las espaldas de los ocupantes alejarse por el camino, para no volver jamás.


 
  
 
  
 
 

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