Ricardo Camarena Castellanos (México-Canadá) Elegía con inventario
Era noche de leer correos, no de correr a leer
que ha muerto el Poeta, que ha nacido el Poema
que las voces callan de duelo por la voz callada: por
la voz que allá da.
Que al Todo y la Nada los hermana la Muerte, los
hermana la Vida.
Está La Arena Errante por Los Trabajos del Mar.
(Digamos que no tiene comienzo...) Lo hallas donde lo
halló José Emilio
y te sale al encuentro por todos sus poemas, por
todas sus narraciones.
Como la Lluvia. Como El Viento Distante.
Sólo el Poeta Solo sabe sabio a qué savia se arrima
cuando acude a morir, para saber que ha vivido.
Ha emigrado José Emilio de esta Ciudad de la
Memoria,
del Principio del Placer, de Las Batallas en el
Desierto.
Y sin embargo multitudes lo lloran y no al Fin de
Siglo,
diciéndole: Morirás Lejos; "Irás y no Volverás".
Porque de la inmortalidad no se regresa como de La
Fiesta Brava.
Ahora sólo el Poeta solo sabe cómo se contemplan
El Reposo del Fuego, El Silencio de la Luna, Los
Elementos de la Noche.
Ya no le Pregunten Cómo Pasa el Tiempo. Cómo pesa
el tiempo.
Ahora sus poemas son Islas a la Deriva.
Y Desde Entonces no miro correos:
Miro la Tierra, El Siglo Pasado, y sé que Tarde o Temprano
en cualquier Tarde de Agosto La Edad de las
Tinieblas
Derramará La Sangre de Medusa.
Ha muerto José Emilio Pacheco. Ha vivido este
poema.