Las hojas de la glorieta despeinan mi cabeza. No me molesta, sólo por hoy. Me desperezo sobre el banco. Los ojos sobre el libro, relajados y mi mirada se pierde sin culpa entre los árboles. Un día robado. Un día para mí.
Las hojas de la glorieta despeinan mi cabeza.
No me molesta, sólo por hoy.
Me desperezo sobre el banco.
Los ojos sobre el libro, relajados y
mi mirada se pierde sin culpa entre los árboles.
Un día robado. Un día para mí.
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Página puesta al día por_José Antonio Giménez Micó_el 6 de noviembre de 2014