Amigo Juan:
perdona que, aun sin conocerte,
haga uso de tu
nombre.
Yo, como tantos que medimos
y escrutamos palabras entre estrellas
para arropar al mundo, en el silencio
de quienes ya se fueron con sus deudos,
y que, a veces,
llamamos a las puertas del misterio,
buscaremos el goce de
tu venia.
Nuestras palabras,
vertidas en poemas
desde los albores
del tiempo,
aquí irán quedando
con las tuyas
al cuidado de
aquellos que se encarguen
de transmitir
ilusiones y nostalgias
a quienes nacerán,
tal vez mañana.
Como tú ya te
fuiste,
nosotros
seguiremos
al encuentro de
aquella alegoría
que, a veces, nos
fue hostil.
Y, vagando en pos
de primaveras,
hallaremos las
metas anheladas
al abrigo de
mirtos y de almendros.
Cuando cruce la
raya de mis lindes,
veré con claridad,
que el camino
acertado
se hallaba en el
rincón de la despensa
do duermen los recuerdos.
