Hombre de mirada triste,
limpia, clara como el cristal,
de párpados arrugados por el llanto
hijos escondidos a la sombra de la vida,
buscador incesante durante años, con
tesón
de la nieta perdida en el laberinto del terror.
Poeta de vida triste sin derecho al
olvido,
sin oportunidad de conocer el destino de
los tuyos
manos atadas en el infinito de la
angustia,
la desolación, el silencio y el desgarro
como cuentan tus versos artesanos.
Tu memoria llena en la noche lenta
de insomnios, de dolores y abandono.
Tu que uniste al hombre y a la mujer
atados por sus labios, llevados por la
vida
hallas descanso a tu fecunda vejez,
triste como el llanto desconsolado.
Te llevas la sombra de misterio amarga,
tu actitud pausada, cautelosa en vida,
la felicidad que arrastrabas estos años
cuando te devolvieron parte del pasado
en la piel de tu nieta, huella de tu hijo
amado.
Tu triste felicidad se reflejaba
cuando decías que si pudieras elegir
elegirías la dicha de ser infeliz,
el amor con el que odiabas.
Hoy nos dejas y arrastramos tu nostalgia
vas a ver a quien más amas
a sonreír con los ojos del cielo
llevándote nuestro aprecio en el alma.
