Para
los que se fueron
El día
5 de agosto de 2009 se colocó este poema en el pueblo de Nava de
Béjar (Salamanca, España).
La fecha
elegida está conectada con las Fiestas Patronales de Santo Domingo
de Guzmán, patrono religioso del lugar.
El tema
que muestra el poema es un homenaje muy grande y sentido para recordar
a los que un
día
salieron de España buscando una patria lejana.
Por otra
parte, la poesía se conecta con el destino de los antepasados, abuelos
y padres.
_
_
Poco a poco
fueron partiendo, hacia las tierras lejanas, allá por América.
Era en enero
y el frio abrazaba.
El invierno
cubría con su manto blanco, la soledad y toda la nostalgia.
Era invierno
y los labriegos partieron de esta Nava
_
Atrás
dejaron los sueños amparados a la lumbre de la música del
alma.
Lejos, había
otras tierras donde los hombres viajaban.
Cuántas
lágrimas contenidas por volver un día a España.
_
Después
fue creciendo la Vida en una larga jornada
y se fue quedando
atrás el tiempo y las añoranzas.
_
Los que habitaban
aquí, en esta querida Nava, vivieron de los recuerdos
de los que
un día partieron a otras tierras soñadas.
_
Nuevas ilusiones
nacieron para aquellos que buscaban
otras noches
de amores y noches magras y en calma.
Y transitaron
el tiempo con palabras distintas y otras nuevas esperanzas,
y acallaron
el corazón que al palpitar, temblaba.
_
El calendario
y sus días era el mismo que el de España.
San Isidro,
el labriego, el de los campos sembrados.
La Cruz Bendita
y Sagrada, la que guía la fe y también la consagra
Santo Domingo,
el discípulo preferido de la Madre y su enseñanza.
El Patrono
de Nava de Béjar, un rincón de Salamanca.
_
Hoy he venido
a buscar mis raíces tan amadas, que fueron de mis abuelos
y de mis padres
tan nobles, tan dignos de esta Nava,
que estando
en tierras lejanas me hablaron siempre de España,
de su estirpe
y su valor, coraje de las hazañas.
_
De esta España
que no puedo sacar de mis sentimientos
y por quien,
habla hoy, mi palabra.
_
_
_
_Búsqueda
sedienta
_
Te has quedado
en mi alma, con la quietud del recuerdo.
Navegando
en mis orillas como un velero de sueños.
Y en la presencia,
sin pausas, donde hablan los silencios,
regresas siempre,
en las noches, a embriagarme de deseos..
_
Me crece un
vuelo en la voz, cuando vuelvo por el tiempo.
_
Sólo
éramos dos aves que intentaban hacer cielo.
Caracola y
mascarón. Mar bravío, mar abierto.
Y te instalaste
en mi alma, martillando mi cerebro.
Fuiste la
imagen perfecta en mi paisaje sereno.
_
Y nos bebimos
la piel en cada sorbo sediento.
Húmeda
siempre tu boca para aplacar tanto fuego.
Mientras nos
amábamos tanto, otros crearon el infierno.
Y el amor
se fue hiriendo como un pobre pueblo hambriento.
_
_
_
Canción
para mis gorriones matinales
_
Llegaron como
siempre, con su canto matinal.
Hicieron el
mismo bullicio ordenado de todas las mañanas.
Pero hoy los
escuché. Los vi.
Entendí
su mensaje metálico de vibraciones suaves.
Y me acerqué
a su espacio desde mi ventana.
Ellos
ensayaron un atrevido taconear sobre el rocío,
entonces presentí
que había vuelto a la vida.
Estaba ingresando
en mi cuerpo
toda la identidad
de mi alma.
_
Acaso la vida
sea sólo eso,
códigos
concretos. Mensajes aún no encontrados.
Un deambular
de cansadas intenciones,
sobre la empedrada
canción de la esperanza.
_
Los gorriones
con su plumaje tibio
han poblado
mi casa.
Con su ejercitado
vuelo sobre las rosas blancas
y su renovado
itinerario de puertos y despedidas,
hoy, los gorriones,
han poblado mi casa.
_
Están
retardando un poco su partida.
Quieren saludar
al sol desde el blando laberinto,
en la tierra
calma.
Quieren escribir
su ritual sobre los árboles,
para que haya
alegría en todas las comarcas.
Son transgresores
de tantas opresiones
pintan panfletos,
en aleteo simple, sobre la claridad dorada.
_
Todos me están
mirando tiernamente.
Ellos se balancean
sobre las ramas color plata.
Me están
mirando mansamente
Casi me había
olvidado yo de esas miradas.
Los gorriones
fueron el instrumento
que borraron
de mí tanta nostalgia.
_
Cada mañana
cuando ellos regresen
quiero que
mis sentidos entiendan su llegada.
No quiero
que nadie me quite el privilegio
de tener la
libertad siempre en mi alma.
Quiero mirar
el cielo y sentir el río
y bañarme
de lunas multiformes y grávidas.
Quiero sentir
el olor de la tierra amanecida.
Y sentir mi
voz cantando en mi garganta.
_
_
_
Día
con ánimo de lluvia
_
El cielo es
un paraguas plomizo, azogue*
como diría Darío.
Por los caminos
diminutos de la mañana
se columpia
el peso liviano de la brisa.
Se escuchan
más calladas, como entonces, las voces antiquísimas del río.
Todo en el
aire está dispuesto.
Todo. Hasta
el cansancio mío.
Está
para llover, lo saben filosóficas las láminas sedientas de
los álamos.
Lo saben los
gorriones, que en bandadas ,
vuelven confiados
a sus nidos.
_
Marzo
madura su mitad, en la dorada hoja de su calendario.
Es la plenitud
de las cosechas. Por eso entonan los vendimiadores
un repiqueteo
de tijeras, en la solemnidad acompasada de los ritmos.
Es un día
con ánimo de lluvia. Tal vez haya tiempo para terminar la hilera
e irse al
descanso a orillas del camino.
Entonces vendrá
el recuerdo de otros quehaceres, de otras vísperas del fruto enrojecido.
Es un día
con ánimo de lluvia.
_
Siempre la
lluvia es mi aliada.
Ella conoce
cómo me purifica, cómo exorciza mi destino herido.
Me lava mansamente
los brazos. Me limpia elocuente el vestido.
Ella transporta
con liviandad sonora todo el bagaje de mis desatinos.
Y es capaz
de crearme otros paisajes
para
multiplicar su tarea, en mi nostalgia,
y
poner sobre
los grises todo el brillo.
_
En otros tiempos
en los campos
soleados de los valles, el viento golpeaba la tierra.
Y yo añoraba
la lluvia.
Entonces ella
acudía ordenada, a su turno, para desordenar todos mis sentidos.
A ponerme
de pie sobre las grietas.
A abrazarme
en cruz con mis brazos distendidos.
A olerme la
piel con gusto a lluvia y lamer en la lluvia el sabor mío.
_
_
Porque siempre
la lluvia me responde, nunca está lejana cuando yo estoy sola.
Es la aliada
frontal en mi agonía y orfebre cristalina en las opacas horas.
Este es un
día con ánimo de lluvia
que viene
a despertar mis sensuales aromas aún dormidos.
A desencadenar
la angostura de mi tiempo
en la plenitud
metálica
de su conjetural
grito.
A desenterrar
mis rosas asustadas. A comentarles su símbolo infinito.
Nadie puede
enterrar las rosas.
Nadie.
Este es un
día con ánimo de lluvia.
_
*Azogue
de “azogado” en el Poema “Sinfonía en gris mayor” de Rubén
Darío.
_
_
_
Mar nocturno
_
Esta noche
el mar abrazó la playa.
Era un pájaro
huérfano. Y buscó asilo.
Me contó
los secretos de su soledad lejana.
Y me enseñó
los veleros, sedientos de los sueños.
_
Yo lo miraba
silenciosa desde un ventanal cercano.
A escasa
distancia dormía
quien decía
amarme.
Cómo
amar al otro desconociendo su alma
su sangre
dolorida, sus voces sin palabras.
_
Abismal era
el mar, un refugio de plata
una caracola
inmensa pincelando el agua.
Los labios
se me hicieron una danza salada
y celebré
estar despierta hasta la madrugada.
A mi lado
dormía quien me hablaba de amor,
de días
repetidos con ritual de deseos.
_
Entonces entendí
que la noche,
el mar
y yo éramos el Universo.
_
_
_
Deseos
_
Vengo de una
infancia llena de palomas.
De una caricia
diaria en la piel de la mañana.
Del rostro
de un sol de invierno
tallándome
su tibieza, sobre el color de mis sábanas.
De mi madre
en la cocina inventando el itinerario
de sazonar
silenciosa el aroma de la casa.
_
Vengo de respirar
el aire debajo de los sauzales.
De transitar
alamedas bajo la luna redonda
que lenta
se ocultaba, en el verdinegro follaje.
De sentir
el ruido del viento, que entra poderoso
debajo de
los portales.
Del silencio
que precede los encuentros nocturnales.
Vengo de sentir
placer en mi alma y en mi carne.
Vengo de beber
en las copas el gusto áspero del vino,
el que se
filtra muy hondo en mi vida y mi paisaje.
_
Vengo también
de muchos interrogantes.
De preguntas
sin respuestas. De grises tonalidades.
De lugares
vacíos que nos ahogan el aire.
De un lanzazo
de agonía y de un grito
que cabalga
la mordaza, en el perfil de la tarde.
_
Y porque en
la plenitud de la vida me acallaron la sangre,
y con el miedo
establecieron su pensamiento cobarde,
quiero defender
mi canto en la desnuda coreografía
que va trazando
mi cauce.
Y quiero sentir
a mi paso el pedregal purificado,
en la larga
travesía del manantial que se angosta
en acequias
promesantes.
_
Yo deseo acariciar
mi corazón herido.
Hacerle una
coraza que cicatrice su hastío.
Hablarle de
otras leyendas. Inventar faros bravíos
que puedan
acallar las olas ebrias de ventisca y frío.
Quiero
protegerle
la voz con ese tibio canto mío.
Y llenar mis
manos de luz para encontrar el olvido.
_
Yo quisiera
ser artífice de mi propio calendario.
Que no sea
de otros la tarea de decidir mi equipaje.
Quiero que
mi reloj tenga todo el tiempo del milagro,
que en julio
vuelva a tener mi vientre lleno de nardos.
Levantarme
antes que el sol,
sí,
madrugar más temprano,
para disolver
las sombras que a la luz van caminando.
_
Alimentarme
de las voces sonorosas de los pájaros.
Mojarme en
el agua clara de la acequia vacilante
y descansar
en el pedregal luminoso de su cauce.
Subirme por
la cornisa de la casa que tenemos,
sanarle cada
hendija y hacer acopio de leños
para que no
se filtre el frío en el dolor del invierno.
_
_
_
Desierto
_
Una amplia
lejanía se instaló en la tarde
como un mar
sediento, que muerde la playa.
La quietud
de la hora anunciaba distancias
por donde
en silencio se agotaba el alma.
_
Vino luego
un espacio dibujado en el cielo
y una forma
de ángel agitó las alas.
El desierto
inmenso se angustió vacío
y en
su voz sinuosa nos mostró su llaga.
_
Qué
inmenso es el desierto si camino sola.
Cómo
lastima el silencio su piel tan despiadada.
Qué
profundo el deseo de alcanzar el camino.
Y qué
inmenso el olvido en medio de la nada.
_
El desierto
observa con ojos milenarios
la invención
cavernaria de querer dominarlo.
Se llena de
fantasmas que gritan guturales
con voces
que se quedan sin ecos, sin palabras.
_
Nosotros habitamos
la forma del desierto,
Veníamos
de un ritual del pan y la plegaria.
Nos apretamos
confiados al camino y la piedra.
Y no pudo
la sombra quebrarnos con su magia.
_
Porque hemos
pasado en peregrinación solemne
por esa soledad
que el desierto proclama.
Porque hemos
conjurado abismos y agonías
en una dimensión
infinita del alma.
Hoy quiero
aferrarme fuertemente a tu boca.
Gritar tu
nombre pleno que transite mi sangre.
Gritarlo simplemente
y simplemente nombrarte.
Y que
tu carne ardida, con pasión, me reclame.
_
Desafío
a la sed de todos los desiertos.
En tu cauce
de amor
mi sed está
calmada.
_
_
_
Identidad
_
Soy de profesión
amante de los campos.
Soñadora
en la mansedumbre plenitud del ocaso.
Me gusta estar
sentada sobre la tierra blanda
cuando se
va la tarde entibiada de marzo.
Ese diálogo
de aromas que me estremece el cuerpo
tiene una
caracola de embrujos milenarios.
Me gusta detenerme
bajo el parral del patio,
él
conoce las voces de los que allí habitaron.
Tiene fijos
en sus troncos los ojos visionarios
del abuelo
español y de su huerto calmo.
_
Me gusta andar
sin prisa en la siesta, en el verano ,
trajinando
entre los libros, apuntes y peldaños.
Buscando la
frescura de los espacios viejos
mientras la
enredadera bosteza entre los arcos.
Intentar los
recuerdos más buenos y más míos
para que su
aleteo plenifique mis manos.
Llenarme de
canciones y cantarlas bajito,
ya poco me
importa si no armonizo tanto.
_
Me regocija
la rutina de hacer buenos amigos.
De conocer
todos sus sueños, su errante alegría,
de sufrir
las penurias de las rutinas magras
y compartir
el pan cotidiano, en la misma mesa,
ese caliente
pan del eterno milagro.
Beber de la
misma copa el vino y los secretos,
entender el
mensaje con tan sólo mirarnos.
Sentir su
compañía aun en las distancias,
donde ninguna
soledad con su aguijón metálico
pueda sacrificar
la voz añeja de cada calendario.
_
Bendigo la
presencia inocente de los niños.
Su manera
diminuta de entrar en mi vida.
Su voz tan
pequeñita, su escasa estatura.
Y su insistente
tarea de inventar utopías.
A veces no
entienden el porqué de los vértigos,
las voces
del enojo, los gritos repetidos.
Ellos juegan
sus juegos, convocan a sus duendes,
e instalan
en la casa los ecos de sus risas.
Se gozan con
sus nombres y me encanta nombrarlos.
Son la plenitud
de la sangre,
el ritual
que niega olvidos.
Son la expresión
milagrosa de la eterna poesía.
Son la
textura silente de la terrosa arcilla,
que en la
rutina asombrada , con el andar de los días,
se vuelven
un poco luz.
Y un poco
sombra encendida.
_
_
_
La invitación
_
Hoy invito
a la Vida a sentarse a mi mesa .
Le preparo
una cita, en el reloj de la tarde mortecina.
Adornaré
el recinto con blancas rosas y velas ardientes.
Tal vez hablaremos
con un mustio cansancio
del
sabor agridulce de todos nuestros temas.
_
Hoy invito
a mi Vida, a sentarse a mi mesa,
a recorrer
la historia infrecuente de mi tiempo.
La invito
con placer, con inquietante espera.
Con la ansiedad
explicable
de vivir cada
instante, con total convicción,
el más
pleno momento.
_
Quiero que
ella sepa que ya estoy despojada
de todo esa
carga de pesos sin sentido.
Que ya no
pongo el corazón en los asuntos vagos
ni flagelo
mi carne con un grito sombrío.
Quiero que
ella sepa que después del regreso
construyo
mi refugio, con mis leños más tibios.
Que ahora
discierno con pasión suave
la inquietante
elocuencia
del más
cruel laberinto.
_
Y si una ejercitada
sentencia lastimera
me hirió
la sangre y mis diametrales venas,
ya no escribo
en mis huesos, pancartas del abismo.
Ya no escribo
pancartas. Yo no derrocho mi vino.
_
_
Ella tiene
que saber que ahora canto canciones,
que trabajo
por la paz, con un código distinto.
Que ahora
vivo sedienta por vivir lo no vivido.
Voy tratando
de borrar en el lugar
donde habito
ese inquietante
deambular de algunos ritos vacíos.
_
Yo a la Vida
la guardo en mi huerto florecido,
le regalo
mis flores, mis pájaros
mis latidos,
La forma sensual
de mi carne. Y un festín anochecido.
El mar que
vuelve en mis sueños
cada noche,
cuando olvido.
Porque la
forma del mar purifica mis latidos.
_
Señor,
yo amo la Vida. Gracias porque está conmigo.
La siento
aquí en mi mesa,
acariciándome
toda, dando calor a mi ser,
purificando
mi aliento con su soplo bendecido.
_
_
_
Resurrección
del amor
_
En mi corazón
ha resucitado el Amor. Y yo voy a alentarlo.
Me voy a liberar con los dientes, si es preciso, de todas las ataduras.
Escalaré
árboles y montes para conocer la sublimación de todos los
espacios.
A pesar de
cada piedra puesta ante mis pies, me aquietaré en el mundo de mi
piel
y avanzaré.
Desayunaré
mis silencios con el sol amanecido
y recorreré
rincones donde habitan los pájaros para entender el misterio de
su libertad.
_
Te buscaré,
Amor, debajo de mis prendas más íntimas y perfumadas.
Eres el aroma
de la tierra sedienta, que ha sido calmada
por el agua
sosegada de una lluvia de estío.
Desempolvaré
las cartas de los que jugaron con mi alegría.
Y las arrojaré
al vacío.
Me alimentaré
con la tenue compañía de las rojas manzanas.
Dejaré
para nunca todas las preocupaciones. Regresaré a los domingos olvidados.
La música
que nosotros conocemos te cantará mientras te nombro.
Me desnudaré
para ti.
Mi cuerpo
no tendrá caprichos inarmónicos ni estructurados parámetros
de lo imposible.
_
Nos amaremos
por todo lo perdido.
Y crecerá
la eternidad entre mis cavidades, allí radica el alimento vital
que sacia
el imperio de la angustia.
Correré
hasta el último tren para retenerte. Siempre.
No dejaré
que me invadas. Sólo que me contengas y te atrevas con mis ansias
de plenitud.
Colocaré
cortinas en el corazón de las lágrimas
y dibujaré
mares sobre la superficie inaugural de mi almohada.
Te encontraré
en la profunda geografía de todos los relieves. Confiadamente.
Mientras el
tiempo sostiene su voz caliente,
Anunciando
que la vida avanza presurosa.
_
Es imprescindible
que me anime ahora
_
_
_
Te sugiero
_
Si hablas
de una mujer, que tu corazón esté armonioso.
Que puedas
abrir las ventanas de tu mente
y que el sol
te entibie la piel y los sentidos.
Porque la
mujer es el ritual donde transita el tiempo
con plenitud
de cauce y fuerza de caminos.
_
No se puede
pensar en ella sin tener
la copa del
amor llena de sueños prometidos.
Sin entender
que es libre gaviota
que abre las
alas en medio del océano bravío.
Que crea eternamente
palabras
para aliviar el sentimiento herido.
_
No se puede
recordar a la mujer si no tienes
los argumentos
definidos.
Si no habita
en tu corazón la quietud y la caricia
que calman
la sed y dan abrigo.
_
Porque la
mujer es prolija arcilla trabajada,
desde el origen
cardinal, cuando se inició el nido.
Es el agua
tranquila de ese río
que anduvo
mucho y encontró destino.
_
Ella tiene
la armadura que combate,
permanentemente,
contra el enemigo.
Porque ella
es guerrera de la paz, lleva el amor como espada
y su continente
como desafío.
Y posee la
tarea cotidiana de sembrar rosas
como
preludio de otros sembradíos
_
Te sugiero
que si hablas de la mujer,
lo hagas siempre
con vocabulario cauto y sensitivo.
Y si en ella
contemplas, alguna vez,
que se desliza
una lágrima, y tú no la comprendes,
es porque
el Universo está en peligro.