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Elsa Thon y
María del Carmen Sillato
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MARÍA DEL CARMEN SILLATO
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Presentación del libro de Elsa Thon I Wish it Were Fiction. Memories, 1939-1945 (Hamilton: Mekler & Deahl, 1997),
traducido al español por Sonia Thon como Testigo de paso. Memorias: 1939-1945 (Buenos Aires: Dunken, 2000),
en el marco del_XLVIII Congreso de la Asociación Canadiense de Hispanistas (ACH),_el 28 de mayo de 2012


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 María del Carmen Sillato,
Sonia Thon (presidenta de la ACH) y
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El relato testimonial I Wish it Were Fiction. Memories, 1939-1945, escrito por Elsa Thon, trata de una increíble historia de valor y supervivencia enmarcada en el profundo dolor de quien ha sobrevivido el horror para contar la historia.

Elsa Thon -cuyo nombre de origen es Balbina Synalewicz- acababa de cumplir 16 años cuando Hitler ordena la invasión y ocupación de Polonia. Muy pronto los judíos polacos empiezan a convertirse en el centro de agresión y discriminación tanto por parte de las fuerzas de ocupación como por parte de aquellos residentes polacos que de alguna manera aprobaban la metodología alemana.  Los judíos son obligados a concentrarse en ghetos y Elsa y sus padres y su hermana mayor Regina son destinados al tristemente célebre gheto de Varsovia. Allí se produce el primer desmembramiento de la familia. Regina ingresa a un kibutz dentro mismo del gheto.  Elsa la sigue porque no quiere dejar sola a su hermana pese al dolor de sus padres por esta separación, ahora de sus dos hijas.  No obstante, aún esos centros se iban a ver pronto impedidos de proteger a los suyos.  Elsa es seleccionada para trabajar en la granja de un agricultor polaco, lugar en el que permanece durante meses siempre a la espera de que su hermana sea enviada allí también, lo que no ocurre y que marca su separación definitiva de todos los miembros de su familia. La situación se torna cada vez más peligrosa para la seguridad de cualquier judío o simpatizante por lo que Elsa es nuevamente seleccionada, esta vez en palabras del líder del kibutz, para “sobrevivir”.  Los próximos años serán para ella un juego de azahar entre la vida y la muerte. Vive en la clandestinidad durante casi un año, es delatada por un compañero de trabajo y enviada a un campo de trabajo nazi.  Con el avance de los aliados por un lado y del ejército ruso por otro, los oficiales SS deciden desmantelar el campo y emprender una “marcha de la muerte”, pero tiempo después huyen, abandonando a su suerte al puñado de sobrevivientes que arrastraban con ellos. Así salva su vida Elsa. Pero no habría un final feliz para esta historia de supervivencia: al finalizar la guerra Elsa descubre que toda su familia ha perecido en los campos de concentración nazi.

El pasado mes de febrero tuve el privilegio de conocer a Elsa y a Misha, su esposo, también sobreviviente de la crueldad y locura de la guerra quien, al igual que Elsa, perdió a toda su familia en el holocausto.  Antes de visitarlos pensé encontrarme con dos personas  doloridas y aún resentidas por los golpes que le había proporcionado  la vida.  Para mi sorpresa, me encontré con dos personas llenas de vida, agradecidas por lo que tienen hoy, más allá de que sus vidas contengan la sombra de las grandes pérdidas personales y de los años que estuvieron en contacto con el horror.

A Elsa intentar escribir sus memorias le llevó casi 50 años porque sabía que al hacerlo debería revivir heridas que nunca habían cicatrizado. Así lo dice ella en el prólogo a su testimonio: "Todavía me duele revivir las crueldades de la guerra y experimentar otra vez los terribles hechos al describirlos" (13).  Me contó Elsa que buscaba estar a solas para poder escribir sus memorias porque la soledad de la escritura le permitía llorar amargamente ante ese revivir la experiencia y ese ponerse en contacto con la pérdida de sus seres queridos, de sus amigos y de quienes habían compartido con ella los años de cautiverio y habían sucumbido ante la crueldad de sus captores. El libro contiene páginas de una gran belleza literaria e incorpora poemas que dejan al descubierto las huellas profundas de un dolor nunca agotado a pesar del tiempo transcurrido.

Quiero rendirles aquí un merecido homenaje a Elsa y a Misha por la entereza con que han sobrellevado los horrores del pasado sin dejarse nunca abatir por el inmenso sufrimiento que la vida puso en su camino.  Y quiero terminar con un comentario que me hizo Elsa este jueves pasado cuando la visité: "No me puedo quejar. Tengo dos hijos que son un amor. Tengo tres nietos hermosos y ahora un bisnieto precioso que nunca pensé que llegaría a conocer. ¡Qué más puedo pedir!" Palabras estas que ponen de manifiesto el triunfo del amor sobre el horror y que nos llevan a reflexionar sobre aquellas cosas de la vida por las que vale la pena seguir viviendo.

María del Carmen Sillato

28 de mayo de 2012


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Página puesta al día por_José Antonio Giménez Micó_el 1 de octubre de 2012
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