ZULMA
FRAGA
_
el músico
y Angelita
Para
Luis y Angelita Dabini,
por la
memoria,
con amor
1.
Ella es una mujer en una estación polvorienta. Con un chico. La
cara sucia, o atierrada, como pulida por un viento fino que parece no ser.
Pero está. Y persiste. Ella también, la mujer. Y ahora ha
bajado de un tren, con una valija mínima y un niño.
El chico es un pelirrojo, con rulos, de piel mate, sin una mancha, y ojos
oscuros. Con mal carácter. El chico no es su hijo, no pertenece
a su familia. Se lo dejó en herencia una mujer que le ocupó
el lugar de morirse.
2. Un
tiempo extraño, de inquietud. Por momentos todo se arrachaba, con
giros sobre sí mismo. Y otras veces, detenido. Estaba cerca la estación
de los vientos.
La música la había detenido frente a la casa. Alguien tocaba
Bach, en un piano, vigorosamente. Una y otra vez, al atardecer, como el
viento, en ráfagas, o con inmovilidad extraña, se fue quedando,
para oír. Alguien tocaba Bach, Mozart, Beethoven, Scarlatti. El
piano. A veces un órgano. Pero siempre el mismo alguien, las mismas
manos.
3. Ya
instalados los vientos, tal vez en hora más temprana, buscando un
lugar sin acosos, donde oír.
Un hombre viejo abrió la puerta.
-¿Le gusta la música? ¿quiere pasar?
Un hombre alto, un hombre viejo, delgado, con la cara lisa, de ojos muy
azules, con un pulóver grueso tejido a mano: el músico.
|