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NATALIA CRESPO
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De Tanta intemperie (poemario inédito)
Tanta intemperie
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Tengo tanta intemperie atascada en el útero
en la mirada
en el murmullo y en el llanto
en el musgo del alma
tengo tanta intemperie atascada
en las yemas de los dedos manchadas 
con grises cenizas de esperma
en la retina con mortaja retenida
tengo tanta intemperie atascada
que me parte al medio la intemperie
como el rayo al árbol.
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Tengo tanta intemperie atascada
en la punta del paladar
en las palmas
en las plantas de los pies
tengo tanta intemperie atascada
que esto es el principio de todos mis abismos
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tengo tanta intemperie 
asolada, sola, desolada
tanta intemperie para nada
para nadie que venga esta noche 
sigiloso, a oscuras,
a costalearme los vértigos. 
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Con-fusión
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El día dilata los espacios que la noche contrae y lo hace 
a sabiendas de que la noche encaja las escenas que él ensancha. 
En esa repetición perniciosa se fecunda el tiempo, 
en esa dilatación intersticial, el deseo. 
La noche contrae las cosas que el día dilata, pero 
¿dónde está lo que sobra
lo que cae o queda al margen
en la resta de contornos
en el confuso aletear de párpados o parpadear de alas? 
En esa confusión tus manos son mis manos, 
tu carne mi carne, tus espacios los nuestros
y todo se dilata
para reiniciar el ciclo una vez más
desenvolviendo el espejo, 
como un regalo laberíntico
de mil ángulos y enveses. 
Las ventanas se dilatan, las paredes parpadean
cada ladrillo ladra (¿o más bien gime?)
el piso se resquebraja, la humedad percola todo intersticio
y en el tintineo tenso del orgasmo 
los cuerpos viajan –sueñan viajar– en alfombra voladora. 
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Madres de Plaza de Mayo
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Como frágiles antígonas insomnes
te avanzan, plaza, se yerguen y te marchan,
te atraviesan, tiempo, con el néctar de su angustia.
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¿Están locas? ¿ Qué buscan? 
¿Qué grietas abren en tus baldosas? 
¿Por qué llevan en el centro de sus cuerpos 
tanto útero huérfano? 
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Desde las cáscaras de la locura, 
Arrastran sus sombras corroídas. 
Y te marchan, plaza, cada jueves.
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Avanzan, tiempo, te atraviesan
Llevan una paloma muerta en la cabeza
Atan las alas blancas alrededor de sus cuellos
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Y marchan, plaza, taladrando su dolor en tus bladosas
Te marchan por todo lo que podría haber sido y no fue
¿Las ves, plaza? Son tus madres, son tuyas, te pertenecen.
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Los huesos de Yomisma
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Me llevo bien con mis huesos: los tengo apalabrados, 
saben que quedarán a cargo 
tienen prolijas instrucciones: 
Dejen ir a la sangre por los mismos surcos que vino, 
o por otros, no importa, que se vaya, 
no la necesitamos. 
El resto de los líquidos debe evaporarse: 
Lágrimas, flujos, salivas: al viento, no lo duden.
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Pelos, uñas, carnes y cartílagos: entiérrenlos,
que alimenten la tierra que habitaron, 
que devuelvan lo recibido.
Gestos, risas y recuerdos se repartirán equitativamente entre los íntimos.
Ahora bien: Cervicales, óiganme, Tibia, Fémur, Peroné: 
Cuando llegue el momento,
ábranse al medio y alberguen 
alguna frase fecunda
alguna palabra abrasiva, ¿habrá lugar?
ábranse al medio y abracen aunque sea 
una sí
laba.
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La lengua heredada
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Habita en el aire gastado de todos los alientos que nos preceden.
Sale a la intemperie cada tanto, familiera, engañosamente dócil
en el intersticio del gesto inútil, 
en la trayectoria de la mano vacua. 
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Y la boca, ahora que lo pienso, 
es el hueco de la lengua no dicha
el condensador, procesador, deglutidor
de lo que ha sobrado o quedado en la orilla
aquel cúmulo de palabras reciclables
ahora que somos todos tan verdes, 
tan ambientalistas
tan orgánicos verdugos globalizados
todos tan verdugueados.
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Desde la boca la lengua heredada avanza a trancos, torpe
a campo traviesa sin travesura
y nos hace tambalear las certezas
a veces todas las certezas
las que nos han taladrado tanto
a nosotras
tan taradas
tan tardías y atardeceantes
atar deseantes
atar deseantes.
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Física cuántica
Tal vez, comunicarse poéticamente
sea comulgar la religión de lo fútil 
por fuera del lugar común.
Prevenirse de evocar e invocar: 
castillos de naipes
pompas de jabón
estatuas de sal.
Prevenirse del infinito lugar común del lenguaje
tan espejeante en las zonas abismales donde ya dejó su huella 
la ciruja lengua precedente, condenante y caminera.
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¿Pero entonces qué?
¿Esculturas de viento humano, 
aliento animal o animalizado, 
para animalizables consumidores?
¿Acaso consumidero de ansias
jeroglíficos de nubes
escritura cifrada en espumas de espasmos
en memoria de esperma?
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Prevenirse también de evocar o invocar
la memoria del pasado oficializable, la política y la ética
la memoria compartida, racionalizable y mediática.
Echar mano, en cambio,
de la memoria menos maleable y más íntima
del caldero hecho de gestos súbitos
de sueños oxidados, herrumbrados, labrados, 
lo sabíamos desde el principio
para dejarse arrinconar, arrumbar.
Probar entonces un guisado de escritura hecha tal vez 
del olor fugaz del pelo de mi hija
cuando interrumpe el juego para mirarme mirarla jugar desde atrás
mirarla tirar piedras al lago y escucharlas sonar. 
O tal vez catalogar obsesivamente la pelusa leve, volátil 
que se nos junta entre los dedos 
cuando la sobremesa fue estival, larga y con amigos. 
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O tal vez haya que recoger y decodificar
signos de arena gris trazados a orillas del lago
entre ola o ola
que todo lo ondea y lo borra. 
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O tal vez haya que arriesgar
sentarse a escribir un poema que intente
puntuado en talveces
asir cuanto hay de no cuantificable
cuánto, cuán, cómo 
captar lo volátil
sin agobiar más el común lugar abollado y huellado 
del lenguaje ya tan dicho, 
del dicho al hecho un largo trecho
sorteando todo lo posible, todo lo imposible
el castillo de naipes, 
las pompas de jabón
las estatuas de sal. 
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Haike (versión latina del Haiku)
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Haike poner el pan sobre la mesa, dijo él
dando un puñetazo con la mirada sobre la madera.
Hay que poner la mesa sobre el pan, pensó ella
con una mente estrábiga que todo lo daba vuelta. 
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Haike poner las cosas en claro, dijo él
carraspeando entre pitada y pitada. 
Hay que poner un claro en las cosas, pensó ella
deslizándose imaginariamente por ese living atiborrado.
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Haike yugarla duro, apechugarla, dijo él, en tono de reproche. 
Hay que durar el yugo con la pechuga, pensó ella, proyectándose. 
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Terapia mandarín
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Desgajar, desgastar, desguasar la palabra
como quien separa los gajos de una mandarina
ya nunca adheribles nuevamente. 
Detenerse, tentarse tontamente, tanta-mente
en el sonido a fruta de talco que producen 
los dos gajos al separarse de una vez para siempre.
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Comerse el gajo, 
el líquido ácido tragarlo 
sorteando con los dientes las dos semillas de rutina
haciéndolas sonar dentro de la boca 
como piedras en el lago. 
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Reflexionar, reflexionar hondamente. 
No sobre el sentido de la vida
ni sobre la existencia
ni sobre el pasado o el futuro.
Rotundas huevadas si las hay.
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Reflexionar sobre el presente que contiene en sí
un microfuturo y un micropasado. 
Reflexionar con la lengua, con las papilas del gusto
sobre la acidez del jugo cítrico
sobre la textura de las semillas
sobre la piel del gajo ahora vacío y transparente
pobre gajo despellejado como una piel reseca bajo el sol del paladar. 
Cuidarse de no sacar conclusiones ni analogías sobre almas despellejadas.
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Reflexionar sobre los miles micro-gajitos naranjas, pequeños, frágiles
que conforman cada gajo. 
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Reflexionar sobre el gusto a mandarina, 
sobre el olor a mandarina que un instante atrás
en el micropasado mandarín
se ha lanzado desde el poro proyectil de la cáscara, 
quebrada para siempre en fragmentos
y te ha pegado en la nariz. 
Reflexionar sobre el olor
sobre la reacción sutil pero innegable de la fosa nasal izquierda
ante el misil cítrico
y sobre su dilatación irreprimible (me refiero a la fosa, no al jugo).
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Reflexionar sobre el sabor
sobre el lugar del sabor: 
¿la lengua, el paladar o la mandarina? 
¡Chupáte esa mandarina!
Reflexionar sobre el paladear y dejar que en la reflexión 
se agolpen todos los gajos de mandarina comidos hasta ahora
un levantamiento revolucionario de gajitos saltarines, 
vindicativos, protestones, impotentes al fin
o un océano quizás de gajitos ameboides
una sopa de gajos desparejos
ondulándose, dejándose ondular los unos a los otros. 
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Reflexionar de este modo hasta comerse toda la mandarina. 
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Aviso clasificado de amor bilingüe
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Busco usuario usado de diccionario bilingüe, el cual está, digámoslo, también bastante usado. 
Se requiere: 
que se tengan la paciencia del orfebre, la avidez perforante del arqueólogo
la lengua materna mohosa y 
esto siempre
el menosprecio por las malas lenguas 
para saber explorar, y más todavía, convivir con
mi muy usado pero en buen estado diccionario bilingüe.
Para aprender a tocarlo, como quien toca un acordeón
para sacarle acordes, o coherentes sonidos o signos
para redondear sus bordes, para gastarlo y amarillearle el sentido
para desguasarlo y des-sangrarlo, des-grasarlo
en sus invertebradas páginas atemporales. 
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Se ofrece: 
la aparente salvación que brinda horadar la rutina
la ilusión, la iluminista o iluminable ilusión, de un orden sistemático
la gota iridiscente de deseo y mercurio: lo no dicho, lo que parece no dicho
la falaz pretensión de un lenguaje inaugural, 
de un lenguaje que no yace entre los pliegues del recuerdo ni de la frustración.
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Se ofrece:
la inquietud, la novedad, el pálpito de juventud y de comienzo que nos dan 
la ausencia de la frase armada, la aniquilación del sonido ya aprendido, 
atravesado ya de noes y censuras y convenciones.
Se ofrece, reiteramos a los interesados, 
derretir el sentido común y todo lo demás sentido, menos común tal vez, 
desfrizarlo descifrarlo por completo.
Garantizamos, claro está,
enclavar el témpano extranjero, la estalactita  de lo ajeno
en el tímpano anestesiado, en la costumbre antiséptica de la palabra doméstica, 
del gesto predecible, paralizante.
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Se ofrece:
mojar el oído con el placer –quizás falso– del lenguaje aún blando y tibio, 
recién nacido, recién formado, frágil 
inventado para uno por otra, o para una por otro.
Se ofrece un punto de apoyo, una posta, una orilla
que permita costalear los vértigos en el estrabismo del alma.
Se ofrece flote en el naufragio de lo no conocido
en las aguas del lenguaje otro, más allá de las rompientes y de los insomnios.
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Se remunerará: 
cualquier atisbo de buceo en este mar tumultuoso
cualquier talismán rescatado del fondo, 
desenterrado de esa arena de signos y sonidos
cualquier alga resbaladiza, o caracol, o sílaba o madera enmohecida 
que se traiga del naufragio
como reto a la rutina, 
como muestra infalible de que este amor, 
como los cuerpos y sus lenguas
como el diccionario que te ofrezco
es y será
por definición y acuerdo unánime
desde siempre
irrebatiblemente bilingüe. 
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Definición en caída libre
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En un terreno baldío al sol
cercado de tapias corrugadas, 
de yuyos imprecisos y de húmedo olor, 
cae el pájaro a mediodía desplumado, errado, 
con sopor se desploma de la banda
y cae
solo sobre esa inmensidad cercada 
sin gobierno sin razón
se desprende del vuelo prolijo del orden de la convención
del grupo de la línea de lo similar
y asimila la hierba en todos sus intersticios
en sus pliegues en sus plumas en sus aires aleteados en su pico
se ha entreverado en sus propias alas y ha caído, 
como enredado en bambalinas entre las telas de su propio telón
se desmorona, en el amor.
Como un pájaro aleteando mareado 
un pájaro de luz de mercurio bajo el sol es el amor
soy como el terreno baldío de tierra oliendo a tierra 
que recibe tu cuerpo 
enredado en el mareo del amor.
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  • Otras muestras de su obra:
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