_
AMARES
Mi cuerpo extendido
a lo largo del tuyo,
__________¡fundiéndose!
Hiede mi instinto de lobo
enloquecido de celo
cubriendo tus pechos
de espuma de besos.
Serena y brillante
reverbera la luna
anhelando esos días
que tu figura acaricio
jugosa y madura.
Viéndote temblar
__________cegué de pasión.
Oyéndote gemir
__________amares ensordecí.
Abducido halo
que adujo mi ser
diluyendo mis pesadillas
en dulces de gelatina.
La espina,
penetrando tu carne
como ardiente clavo engarzado
como afilada espada cortante
como gota que suspendida
desde el frenesí de un delirio,
deposita su último pétalo
reflejando su fin.
Sentiré de mis poros,
__________sentir de mi piel.
¡Te robaré!
__________de tus pupilas,
esa imagen cristalina
traslúcida y humedecida
que exuda esa gasa líquida
que convierta tu cuerpo
en sabrosa resina
de árbol de encina;
__________para cuando,
envenenada mi vida
convertida en jauría
y en furia felina,
desgarre tu piel
arrebatando tu espíritu,
y alcanzar sin piedad
la sangre que mana
allende tu cáliz,
__________aún palpitante,
que yo beberé
en la vaguedad del placer
de no perecer.
_____3/5/05
_
_
_
CLAVELITOS ROJOS
Veremos trenzado el mundo
por una red imbricada de planos,
pizarras azules para techos lunares.
Rojas las tejas mudéjar; así que a
así,
cada cabo fundido ante sí.
Que sí que sí, que yo lo vi:
tiento sincero y honesto,
la flor que luce en cada balcón
lucirá sin prejuicios por su color,
brotando almíbar a cada rincón.
Ea, ea, avanza sin timidez,
me susurró una golondrina
que se posó sobre mi balcón:
ea, ea, avanza sin temor,
sueño que se despertó.
Despierto en mi sueño; alucino.
Camino ciego y perdido; sorprendido.
Quién hace del camino sendero,
pregunto:
un niño pequeño responde
tan ligero como la espuma,
haz tierno de espigas.
Toda la maldad que mata,
toda la rabia que asesina,
toda la ira que destruye,
tanta sangre vertida;
de todo se olvida este niño
recién nacido.
¡Caramba!, digo yo:
crucemos el puente tendido,
atravesemos el túnel del tiempo,
concluyamos este huerto florido
a la virgen del rosal mimando;
desde su fuste al arquitrabe
arribando al entablamento
que pinta sobre su rostro:
mágico ciclamen fecundo.
Que los clavelitos rojos:
¡oh!, sí Señor,
esos, ya los clavo yo.
_____20/7/05
_
_
_
EL ENCRUCIJADO
Soy el Encrucijado,
vivo al borde de un acantilado
entre el muro y al abismo.
Siempre a cada lado atento,
suspirando, desde luego,
porque todo sea lo bello.
Sigo siendo el estilita
que se oculta en la cueva
acompañado de su signo:
Advenida Línea de una Cruz;
«Quebrantada la nariz
por un golpe advenedizo
de un diablo clandestino»
A caballito de mi mulo hojalatero
voy trotando hasta mi olvido,
de donde extraigo mi sustento,
de cada día, en ambrosía.
Al hermano nunca niego
un vasito de agua limpia,
si tiene sed o si está afligido,
siempre tengo de mi mano
un lagar montepío.
«En mi lancha, azul y blanca,
a la lamprea voy pescando y si ella
pica,
apresarla me conmueve»
Poco o mucho está de menos,
mas echar un vuelo es importante
que me lleve sin moverme,
si es posible y sin equipaje,
hasta los confines de la frontera
del salvaje y abrupto ente.
Allí me siento en mi salsa,
combatiendo al indomable
depredador de lo absoluto
con mi arte del martillo.
Golpeando contra el yunque
voy forjando al rojo vivo
a este loco desatino:
Al sí-mismo.
_____15/6/05
_
_
_
Los griegos, descubrieron en las olas
del mar, las ondas que llamadas griegas,
decorarían sus templos sin techos en las naos:
hipetro.
EL TECHO HIPETRO
He surcado el techo hipetro
sostenido por el folio blanco del papel.
Mis muñecas atadas, se retorcían como
los tentáculos de las hidras.
Fina y grácil arboladura de ondeantes
velámenes al viento reinante;
unas sencillas o festoneadas, las
ligadas floroneadas se desdoblaban.
Igual que mis dedos cuando aman tu
piel,
los laureles los laúdes y sus perfumes
eran sanguinas de rojo pastel,
coloreadas;
festival ardiente de música
pastoral.
Recorría su cuerpo de dobles
sarmientos,
lapidario repleto de un tesoro de
piedras preciosas
cubierto de senos tostados y siena
esponjosa.
Las desligadas se ligaban si las ibas
doblando.
Soltaban aromas de dulces pistachos,
saltando a la comba encorvaban sus
ondas
jugando como niños que descubren sus
vidas.
Eses tendidas que ornamentaban las
orlas.
La aurora en sus ojos era la rosa en
tu pecho
que se torna crisálida para alcanzar
la mariposa,
arabescos que dibujaban infinitos
destellos.
Las ondas imitaban las olas del mar.
El dolor se rompía contra el perfil de
la costa
salpicando mi vida con espuma de
sueños ,
decorando mi rostro de frágiles
rosetones.
Floreados capullos de un jardín
de primavera.
Recurrentes recuerdos que recorrían mi
rostro,
las durezas durmientes de mi duro
esqueleto
se disolvían como prosa en lírica
poesía.
Realismo mágico extendiendo sus
reliquias.
Sintiendo silenciosos y silbantes
sifones,
simétricas siluetas de sílfides
sardónicas,
de súbito, el sumo en un sinfín se
fundía.
Escondí las reliquias en un cofre de
oro.
El pétreo mundo ante mí se desplomaba,
mis manos emancipadas, abrazaban su
alborada.
Las velas de mi balcón, se descolgaban
desde la ventana.
Mi techo sería: un deslumbrante
amanecer cuan madrugada…
_
_
_
ESTACIÓN ALFA PRIMERA HORA
Al alba azul y blanca
Hojaldre de cuatro hojas
Infancia azul
Verde juventud y cálida madurez
Navegando sola
una alforja de cuatro hojas
Un nombre
Una pena
Un pensamiento y un deseo que olvidé
Remolinos de oscuridad a proa
¡Asómbrate de tu sombra!
Soplo de color que dibuja suspiros
con ayes de dolor
Al alba un rocío con lágrimas de
cristal
Rostros de dolor amasados con pasión
Ilusiones que el tiempo licuó por
transpiración a presión
Buscándote entre nubes de forma y
color
no te encuentro
¿En donde estás que no te veo?
Náufrago en la nada
a buscar puerto en cada nudo
Una ida una vuelta a cada mar inmenso
deshojado y desecado latón oxidado sin
saliva
Atormentada paloma enjaulada
Aurora rosa se divisa a lo lejos
con mano que se esconde
En la palma de sus dedos un suspiro
un aliento hacia plácida envoltura
de textura transparente de finas
curvas
que dibuja esa espuma blanca y pura
que es la vida
Un Don Divino Don Leonardo de mi vida
Cristal de pureza transparente
que te inunda con felicidad fecunda
Tan hermosa tan llorona compañía
Mimosa la cautiva ¿rosa o mariposa?
Caracola que da vueltas y más vueltas
al dar la vuelta en una ola
¡Hola hermosa!
Estoy de vuelta tras la estela
hacia un palacio que es de fresas
Aquí me quedo con tu concha
de una aurora tan caliente nebulosa
rosa alma de soledad libertadora
Estación Alfa primera hora
_
_
_
HERIDA DE MUERTE
Caminante sin verso
En pocas paradas te detienes
camino del universo.
Entre castaños silentes,
locos cojitrancos,
cosechan las serpientes.
Ensordecedores gritos,
afilados sus dientes,
se agazapan estridentes.
Aceros incandescentes
Retumbando al clamor,
rechinan en los dientes.
Presionan sobre mi amor,
Palideciendo de frenesí
por sentir tanto temor.
De su frío metal bebí
Fresco como el espacio estelar,
camafeo de rubí.
Ruidosos como un telar
aquellos que chiflan
el motor cuadrangular.
Su envoltura de celofán,
transparente gelatina,
aromatizaba de azafrán.
Rasgando mi cortina,
roja carne purpurada:
fortaleza de la encina.
Como fue tierra arada,
mágicas charadas
cegaban mi mirada.
Nubes de formas sólidas,
vientos soplando desde el este
aventaban las horas olvidadas.
Un corazón palpitante:
Cuaderna quebrándose
herida de muerte,
va deslizándose.
_
_
LA PARED (poema en prosa)
La pared, porque es de la pared de lo
que se trata, no ha sido bien analizada desde un
principio por aquel primer caminante que
deteniendo sus pasos, sembró la vega.
La sorpresa fue fundamental, siendo
cómo fue deslumbrado, al amanecer, por un
destello que emanaba desde su papel.
Al hablar, confundió el sentido con la
dirección del sonido que brotaba, asonante o
discordante y con signos de estandarte, para que
su oyente comprendiese su ardor palpitante.
El eco lo confundió, lo llevó al error
y con el hierro que forjaba sus hazañas, fraguó
su corazón.
Llevado por el afán de conquista acusó
el abominable impacto que trastornó sus
sentidos, convirtiéndolos en el escenario de sus
agresivas transgresiones.
Tanto como significó aquel hecho, de
indudable trascendencia para su vivencia, tanto
fue también, el origen de su contradicción y la
causa inmanente que lo confundió.
Y se perdió.
Desorientado por los ecos, que creía
proceder del interior de la cúpula de pedernal,
pensó que todo se encontraba situado en el
interior de aquel armazón.
Buscó, seducido por su espíritu
indagador, la localización objetiva de los
principios axiológicos que justificasen su
posición.
Y no los encontró.
Porque allí sólo había estructuras
ensambladas que lo protegían de aquello, que a
su vez, y tras una escafandra, lo mantenía vivo
de la hostilidad en torno a él.
No podía ser y fue tal la desilusión
que perdió el sentido de la orientación. Pensó:
como nadie me ve y soy libre de hacer, haré lo
que para mi bien me pueda parecer.
No comprendió los signos ni el
lenguaje especular del panadero que fabricaba
tanto pan.
Se limitó a devorar todo lo que bien
dispuesto y representado sobre el bodegón,
consideraba como el resultado de una naturaleza
muerta de hierática interpretación.
Y se lo quiso devorar sin
contemplación.
Que no que no, que el panadero es el
horno y el pan que se horneó.
Que el corazón que hay en tu interior
es solo un reloj, y si de verdad lo quieres
descubrir, búscalo en el exterior, pues allá
encontrarás su razón.
Cuando busques el alma, no la busques
tras tu caparazón; la hallarás surcando los
aires que sollozan de los vientos que surcan los
nimbos que contemplas desde tu balcón.
Sin sentido: la pasión es vacua, vago
el amor, esclava la libertad.
Con el primer suspiro, la botella se
llena de su esencia; con el último suspiro se
devuelve su pertenencia.
Si la nada fuese ausencia, para qué
convertir su presencia en materia de respuesta.
Y la pared, arrebatada por su calidez,
respondió:
«Construiré un jardín cuyo sentido
glorifique al panadero; llevaré agua por canales
que extendiéndose a lo largo del desierto lo
conviertan en un vergel; trazaré delicadas
filigranas que llegarán hasta los estremecidos
pies de los más desfavorecidos.
Mi tierra será: una fecunda vega, en
la que te sentirás como radiante estrella.»
_
_
LA PUERTA (poema en prosa)
La puerta, porque es la puerta la que
está rechinando, necesita aceite para suavizar
tanto roce como causa ese estado quejumbroso en
sus bisagras.
Abrir o cerrar resulta también,
extremadamente difícil, debido al estado
defectuoso del dintel como de las jambas sobre
las que se apoya, y adonde la puerta suele ir a
encajar.
Corregir este mal planteamiento
diartrósico, es posible, tomando como principio
único el estudio simultáneo de las partes
individuales que, finalmente formarán un todo
homogéneo.
Acostumbrados como ya estamos, a
cerrar o abrir tantas puertas como nos rodean,
nos hemos olvidado de cuál es el sentido último
y el uso de este gran descubrimiento.
Encerrarnos, es una de tantas;
guardarnos, es otra de ellas; e igual que
encontrarnos o perdernos, la puerta siempre
ayuda a protegerse, tanto, de la rahez como de
nuestra estupidez.
A través de una puerta la intimidad se
vuelve placidez, los conflictos se mantienen
ocultos de las miradas con aires de malsindad, y
los locos podrán vivir sus calenturas sin
falsedad.
Qué cabal es la puerta que te permite
descansar; cuán prodigiosa es aquella otra
puerta que te permite retozar y qué misteriosa
aquella que finalmente te abrirán: ¿No es
verdad?
Verdaderamente vivimos en un portal,
rodeados de puertas que se abren al impulso de
nuestro afán, y cada una de ellas esconde una
sorpresa que te arrebatará.
Cada puerta es de un color y en
función de tu predilección, la ruleta de color
irá dibujando un circulo cromático de
dimensiones inconmensurables, por las que te
podrás escapar.
Las hay de todas las claves posibles:
claves altas para los jazmines, claves
intermedias para los clavelitos, y,
especialmente para las amapolas o los jacintos,
disponemos de claves bajas.
Todas tienen una gran ventaja y es
que, de todas ellas tanto se puede entrar como,
si así lo deseas, volver a salir; estas son
todas ellas, de ida más vuelta.
Procura no escoger, eso sí, la que
contiene el poder del comienzo o del fin, pues
es la única puerta que tiene dueño y la vigila
un cancerbero; tiene llave especial y está
debajo del mar.
Ponerles nombres, se puede, pero no es
aconsejable, pues el que suele escribir en su
dintel:
– ¡Aquí no entra nadie!
Acaba por no poder librarse de ella.
Hay puertas muy graciosas y sobre
todo, para mí, los párpados que se tornan y
retornan en un ditirambo sin fin, son de las más
admiradas por su mágica ilustración.
Las aditivas y las sustractivas son
igualmente puertas de inusitado resplandor, y
aquellas otras que se abren al atravesar la
solapa del escritor.
Curiosas como extrañas son aquellas
que evacuan, cuando ceden el paso a la
sobrecargada alma envenenada.
Muchas son aún, las que faltan por
descubrir: las dimensionales, por ejemplo,
forman parte del espectro que siempre está
rondando a las espaldas de tu pecho.
Ciñéndose a tus cabellos, cuando
quiere, una corona de sopor va hipnotizando tus
recuerdos al son de un sueño que se convierte en
tu dueño; es la puerta sin tirador.
Inexplicables son algunas puertas que
se abren desde su interior y que nunca llegas a
comprender quién las empujó hasta tu rincón,
para descubrir un espejo reflejando tu estupor.
Vivimos rodeados y entre puertas. Las
puertas dan lugar a espacios que son activados o
llenados por elementos diversos; áreas de
ocupación.
El nominativo personal es la puerta
que más nos determina y posiblemente la que más
constriñe nuestra experiencia vital.
Mas no permitas que se convierta en
una celda o en una cárcel, pues, perderías el
mayor tesoro que uno posee y que sólo se puede
abrir en una ocasión y por un breve lapso de
tiempo:
La puerta del ser.
La puerta del estar.
La puerta de la libertad.
_
_
MI VIDA SERÁ TUYA
Me salí un día de los cauces,
abría el león sus fauces.
Oí en el campo una llamada,
entonces hice del verso una oración
alada.
No había caudal que me frenase,
temía que mi corazón se ahogase.
La esfera en que se envolvía mi vida
se tornaba furia desatada en
estampida.
Qué será de la espina, clavada,
enquistada,
locura y desatada caída desesperada.
Palidecía, llevado por un fatal
frenesí;
repentinamente un candil se prendió
por sí.
La luz reverberaba en mis párpados
cegados
como luciérnagas caídas desde
profundos pozos.
Quién balancearía, ligera, grácil y
serena,
aquella candela con la agilidad de una
sirena.
En Galicia, las praderas de intenso
verdoso,
las pinta un druida que brinca sobre
la piel de un oso.
Desde Asturias, montañas que
contemplan España,
las trazaba un vaquero a golpes de
castaña.
Hacia Castilla, la tierra se
allanaba,
en su interior una urna de pasión
afloraba.
A Burdeos me fui en busca de un
delfín,
descubrí un bosque perfumado sin fin.
Aquella avalancha de lluvia de
estrellas
habían convertido mi vida en licor de
grosellas.
Ahora, todo, me resulta de un sabor
agridulce,
tanto, que ya no importa la puerta que
cruce.
Mi hogar se ha vuelto un universo
entero
por el que navego convertido en
marinero.
Buque de anhelo y de ocaso incierto;
aquí te espero,
cancerbero, sabiendo que todo está ya
muerto.
Que no hay nada que perdure
eternamente,
y que la mar engaña con marejadas en
mente.
Las olas se van rompiendo contra mi
proa,
destrozándose como frágil canoa.
La tempestad se va apaciguando
colmando al infortunado.
Cantándole a la grulla:
mi vida será tuya.
_
_
NOCHES DE NEGRO MARFIL
Oculto sustento del universo
con tragaluz en el techo
Noches de negro marfil
al hilo del camino
Contra un río que no tiene sentido
Quisiera soñar contigo
pero no te distingo
entre tanto negro marfil
Sin término
Sin fin
¿Qué es lo verdadero?
Negro destello
O tablero de ajedrez
señuelo de pez
Te veo al despertar
clara y transparente
Y pienso
Siento
Creo
Esto tiene que ser un sueño
en blanco y negro
reflejo de un destello
que deslumbra a este ciego
sonámbulo despierto
sin recuerdos
Cuando pienso al despertar
viéndote vagar
¿Será todo un sueño?
Puesto que al dormir
no te tengo
y al despertar te pierdo
Te vas con el tiempo
en cada movimiento
como copo de nieve
que el viento se lleva
Sin poder detenerlo
Primero vienes
después te vas
Pero nunca te detienes
para saber de ti
¡Dios¡
si fuese así
al menos seria feliz
en esta noche
de escama abierta
Carbón de huesos
Negro Marfil
_
_
TINIEBLA
La bebí entre mí,
disfrutando de su frenesí
tras su copiosa vid
envuelto en sus sarmientos,
para mis adentros.
Sus zarcillos me envolvían,
entre el cielo y la tierra
hacia un huerto suyo
de voluptuosas orquídeas,
contra mi lascivia.
Bajo su manto esmeralda,
cabían un sinfín de universos pequeños
zumbando deslumbrantes destellos
al son de ecos sempiternos,
sin límites de tiempo.
Hasta donde alcancé,
allende su estigma espiritado
todo eran oscuras tinieblas
espiritualizadas,
bajo su cama.
Durante mi breve estancia,
ante el umbral de su alto dosel
sobre un suelo de pétalos de clavel
con canales efluvios de agua miel,
me desmayé para mi bien.
Ahora a destiempo,
me devora la impaciencia
según sea la amanecida alborada
desde aquel vago encuentro,
de su niebla enamorada.
_____21/6/05
_
_
VINAGRE DE VINO
Rozándose borde y abismo,
salido cauce orbital,
¡viento!
suave muy apacible,
halo de peregrino
gratina aura matutina.
Haciéndose
mosto añojo,
nevada
madre blanquecina;
vinagre de vino, vinagre de
manzana,
sanando
graves heridas.
Uva yéndose a la cuba
fermentada:
vino oxigenado, vinagre de vino.
Agrio presagio constreñido
fuerza su destino.
_
_
VIRGEN CENICIENTA
Niquelada su carnación a fuego,
soplé sobre su rostro, haz de
estrellas,
un estarcido de besos.
Sus labios rotos, grietas
echadas
sedientas de amor, me engullían.
Rayé el cristal de sus ojos, odiosos,
tratando de alcanzar su fondo, brea,
irresistible manjar de mama.
Sus pestañas dañaban mis
sentidos
como bosques carbonizados.
Ahogándome en sus ríos, rabiosos,
mis pulmones clamando socorros,
sordos,
se debatían encharcados y furiosos.
Aquello era espuma venenosa
sobre virgen cenicienta.
Mi cuerpo obedecía, doblegado,
como esclavo sin alma sin espíritu,
a un desconocido recién aparecido.
Grito que grito y aquel impostor,
mofándose de mí, reía que reía.
Perdida, me decía,
perdiéndome sin remedio,
mi alma, propiedad sin dueño,
de cabeza al infierno.
Torbellino surgido de un invierno:
gélido, poseía mi alma sin dueño
con el mayor de los desprecios.
Y todo porque nada,
saliendo a nuestro encuentro,
silenciaba la raíz, y el tallo
enderezaba.
_____1/7/05