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Cuadernarios
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Cuadernario 5
(2006)
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Poeta:
Nela Rio
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Artista:
Edith Goel
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Traductora:
Elizabeth Gamble Miller
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Crítica:
Edith Jonsson-Devillers
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NACIMIENTO
DE
MUJER
Edith
Goel
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LA NOCHE DE LAS MIL AGUJAS
Nela Rio
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Esta mujer nació de sí misma.
Construyó su espacio y su
tiempo.
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Se concibió después de una
larga noche
de fuegos inhumanos.
Espectral.
La noche de las mil agujas.
Sonidos enajenados. Caos.
La vida que le habían
fabricado
minuciosamente incinerada.
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Urgió al olvido derribar
llanos
sacudiendo rocas.
Invocando derechos
paró al viento con voz que
duerme límites.
Quitó de entre las ráfagas las
cenizas condenadas.
Le insufló el aliento sin
prisa.
Se dio a luz en la vigilia.
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Vio pies, muslos, pubis,
vientre, pechos.
Intuyó sus ojos y rescató su
pensamiento.
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Contempló su entorno.
Cuerpo. Definición del tiempo.
Conciencia vital,
espacio que invalida la
invasión.
Caminando hacia sí misma,
entró al mundo.
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THE NIGHT OF THE THOUSAND
NEEDLES
Elizabeth Gamble Miller
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This woman gave birth to
herself,
constructed her time and her
space.
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She created her life through a
long night
of ethereal fires. Ghostly.
The night of the thousand
needles.
Estranged sounds. Chaos.
The life they designed for her
meticulously incinerated.
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She urged memory loss to
destroy plains
by shaking boulders.
Invoking rights,
with a voice that smothers
limits,
she stopped the wind,
pulled from the violent gusts
the condemned ashes,
slowly filled them with
breath,
and gave herself life through
the vigil.
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Seeing feet, thighs, pubis,
womb, breasts,
she imagined her eyes and
rescued her thought.
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She gazed at her surroundings.
Body. Definition of time.
Vital consciousness,
space that invalidates
invasion.
By walking toward herself, she
entered the world.
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GÉNESIS Y PODERÍO DE LA
MUJER MITOLÓGICA EN "LA NOCHE DE LAS
MIL AGUJAS"
Edith Jonsson-Devillers
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Se trata aquí de un poema
sobre la gestación de una mujer,
claramente indicada en el primer verso,
" Esta mujer nació de sí misma", pero la
paradoja es que esta mujer no tiene
genitores. Uno piensa inmediatamente en
los grandes mitos de la creación, en una
divinidad femenina que, tal el uroboros,
la serpiente que se muerde la cola, se
engendra sin necesidad de una
intervención exterior. El carácter
sobrenatural está confirmado por el
segundo verso: "Construyó su espacio y
su tiempo", ya que el espacio y el
tiempo están a sus órdenes.
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En la estrofa siguiente viene
el relato del parto, que es también
mítico. La concepción se hace fuera de
lo humano: "una larga noche / de fuegos
inhumanos". Una sensación de pavor está
introducida con la palabra "Espectral",
ya que los espectros espantan. Nos
alejamos de lo divino para ir hacia lo
diabólico: la noche está herida de "mil
agujas", oímos "sonidos enajenados", y
en lugar del orden reina el caos. Al
mismo tiempo, "La vida que le habían
fabricado" está "minuciosamente
incinerada". Notemos al paso el uso del
giro indefinido por medio del plural,
"que le habían fabricado". La
identidad de "ellos" permanece
incógnita, pero se entiende que son
fuerzas hostiles y malignas. Esta vida
de la mujer-diosa se extingue, pero
quedan sus cenizas.
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En la tercera estrofa se
produce el nacimiento, y éste es también
fabuloso. La mujer mítica manda al
olvido "derribar llanos / sacudiendo
rocas", y ordena al viento detenerse,
bajo el sello de la legitimidad:
"Invocando derechos". ¿Es esto una
reivindicación de sus poderes, o reclama
ella el derecho de ser mujer, y de tener
dominio sobre los límites? Alcanzar los
límites por medio de la palabra femenina
es un tema grato para la autora, quién
nos hablaba en su otro gran poema,
"Traspasar la interrogación de los
limites" de "Nadar o volar en el mar o
el espacio / hasta llegar a ver la
aurora boreal". Vemos aquí el aspecto
heroico de la mujer. Ella arrancó sus
cenizas a las ráfagas de viento, y ella,
con completo dominio de sí misma, "les
insufló su aliento sin prisa". Tal un
fénix legendario, o un nuevo
Quetzalcóatl purificado por el fuego y
su bajada a los infiernos, se da ella
misma una nueva vida: "Se dio a luz en
la vigilia". Es importante notar que
ella cumple este acto en pleno
conocimiento y conciencia, porque la
vigilia es lo opuesto del sueño, es
decir de la inconsciencia. Pertenece así
en al mundo masculino de los héroes,
como estos caballeros de antaño que
pasaban la noche velando y rezando antes
de ser solemnemente armados.
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El alumbramiento se produce al
revés de un parto humano, ya que en
lugar de la cabeza, son los pies que
salen primero, y luego el resto del
cuerpo. Las partes femeninas: pubis,
vientre y pechos, son privilegiados en
comparación con los brazos y las manos
que no son designados. Los ojos también
son el objeto se una atención especial,
ella "intuyó sus ojos". No estamos aquí
en el mundo masculino de la lógica, sino
en el universo infinitamente más
delicado y sensitivo de la mujer
intuitiva. Ésta continúa su labor
liberando su "pensamiento", esta
abstracción, y no concretamente el
cerebro o la cabeza. No se trata aquí de
dominar con hechos y comportamientos,
sino con la visión, la inteligencia, lo
que le querían quitar tal vez
previamente en la vida incinerada que le
habían fabricado.
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Cuando contempla su entorno,
en la última estrofa, la mujer ve su
cuerpo, pero también el tiempo, la
conciencia vital, el espacio que se
volvió libertad, ya que la invasión está
invalidada, o anulada, es decir que no
existe más. La paronomasia "que invalida
la invasión" es el recurso retórico
utilizado para llamar la atención sobre
el sentido de este verso. Finalmente, al
caminar no hacia lo exterior, sino hacia
sí misma, nace: "Caminando hacia sí
misma, entró al mundo". El acto de crear
no es pasivo, como lo es en el caso de
un niño que viene al mundo, sino activo
y deliberado. El hecho de entrar al
mundo, de nacer, cuando entra en sí
misma demuestra una vez más su
omnipotencia y su omnipresencia. Sólo lo
divino existe en todas partes. Su
ubicuidad, su autoridad, su dominio
sobre la materia y el mundo, su carácter
ambivalente de mujer femenina y
masculina a la vez, hacen de ella una
Gran Diosa.
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No es la primera vez que
la autora juega con estas imágenes. Ya
en una de sus primeras obras:_Aquella
luz,
la que estremece,_hablaba de una génesis
en términos míticos. Esta complacencia
con lo grandioso y lo sobrenatural en la
mujer, su deseo de rechazar los límites
del tiempo y del espacio, también
evidenciados en este poema, su poderío
sobre los elementos, que infunde un
temor sagrado, su gestación en pleno
dominio de sí misma y su triunfante
entrada al mundo confieren al feminismo
de Nela Rio un tono épico y liberador.
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