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Stella Manaut (España)
Duelen todas las guerras
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La orilla opuesta de la vida; el
salto a la oquedad.
Nada ni nadie en el vacío
más inhóspito del vértigo.
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Manos que atrapan, oprimen,
estrangulan, torturan,
encelan la existencia concebida
como inalterable.
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Un hueco en la sombra del alma;
los llantos asidos a una soledad
sin esperanza:
rabia entre plomo y llagas.
La súplica, el rezo. No importa
la religión.
Nada alcanzará al inasible
¡¡¡Dios!!! que nunca se conmueve.
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Un Dios, el que sea, con los
puños cerrados, las pupilas sin llanto;
una piedra en la sima del corazón.
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Mueren, sedientos de paz, los niños
-de ojos grandes y secos-
con un dolor sin lágrimas:
adultos ya, antes de ser.
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La inocencia herida; el juego mutilado;
la espera adormecida en el tumulto
de la NADA.
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Arden mil fuegos: misiles de ultratumba.
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El astado vence.
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¡YA NO SIRVEN PLEGARIAS!
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