Homenajearte
es
como homenajear el vals peruano. No el que llegó
directamente de Europa, pero el criollo, auténtico y
jaranero. El que se aprendió a hurtadillas, se
transportó a la guitarra y se bailó en el piso de
tierra. Aquel que permitió al peruano volcar su
alma, inyectarle su sangre. Aquel de paso breve,
picado y valiente, ajustado a su entorno.
Así
como el vals hace parte de la construcción de la
identidad nacional peruana, tú haces parte íntegra
de lo que sostiene la identidad de la literatura
hispanohablante del Canadá. Tal como los mensajes de
los valses peruanos, los tuyos son de superación,
orgullo de las raíces, dejando ver tu espíritu de
lucha, justicia, independencia y perseverancia. Eres, sin
duda ninguna, una figura importante de promoción y
desarrollo de la cultura hispanohablante en el
entorno quebequense y canadiense. Envuelta en la
armonía y tenacidad de las notas de un vals peruano,
has abierto de manera franca las puertas de tus
aulas y currículos a los artistas visuales, de la
música, cinematografía, del teatro, y escritores,
tanto del mundo hispano, francófono y anglófono. Al
hacerlo no solo has promovido el conocimiento de la
cultura latinoamericana, creado puentes de
solidaridad entre las diferentes realidades y
comunidades sino también has contribuido al
desarrollo personal de todos ellos. Tu valioso
aporte continúa en los futuros proyectos de
escritura que se revuelven en tu cabeza como un vals
peruano insaciable, con gracia y tesón.
Para
mí ha sido, y sigue siendo, un honor conocerte.
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