Gabriela Etcheverry (Chile-Canadá)
Homenaje de admiración y afecto
Mucho antes
de conocer personalmente a Margarita Feliciano,
yo sabía de su fama como mujer respetada y
querida en el mundo académico y literario por su
labor de poner de relieve el idioma español y la
producción artística de las culturas
hispanocanadienses representadas en Canadá. El
principal embajador en este sentido aquí en
Ottawa fue el escritor de origen chileno Jorge
Etcheverry, que estuvo prácticamente desde los
inicios en los eventos de la Celebración
Cultural del Idioma Español (CCIE) orgaqnizados
por Margarita Feliciano. Con su mochila cargada
de escritos publicados, otros tantos sin
publicar en la mesa, en la mente y en la punta
de la lengua, partía hacia Toronto, incluso a
veces al extranjero -México, Inglaterra, Estados
Unidos y España- desde donde volvía con renovado
entusiasmo y ánimos de recrear encuentros
literarios y musicales análogos en Ottawa con el
fin de difundir las obras de escritores y
músicos locales y, en lo posible, fomentar la
participación y creación literarias en un
entorno multilingüe. Fue así como nació el
Taller Cultural El Dorado, que Etcheverry
cofundó con Luciano Díaz y que gozó por muchos
años de gran participación y prestigio.
Tanto CCIE
como el Festival de la Palabra y de la Imagen
están indisolublemente ligados al accionar de
Margarita Feliciano como fundadora o
cofundadora. Poeta, académica, traductora y
visionaria, ella convocaba año tras año, desde
1991, a escritores y críticos literarios,
músicos y cineastas a los encuentros artísticos,
coloquios y lecturas de poesía y prosa que
organizaba con incansable dedicación, tenacidad
y talento, creando un entorno propicio a la
difusión del idioma español. Así logró
enriquecer la hispanidad, forjando y ampliando
el espacio que el español ocupa actualmente
entre todos los idiomas del Canadá multilingüe.
En el plano
personal, por razones laborales y familiares no
me fue posible participar en los eventos
organizados en Toronto como hubiera querido. Mi
primer esfuerzo serio de poner en orden mis
escritos dio origen a la novela testimonial
Latitudes (Split Quotation, 2007). Para
ese entonces, Margarita ya no era solo un nombre
porque yo ya había empezado a participar en los
eventos del Festival de la Palabra y de la
Imagen en Toronto con escritos tentativos, unos
mejores que otros. La enorme riqueza de esos
encuentros literarios y musicales, la
efervescencia que creaba entre escritores, el
deseo de saber lo que otros estaban creando, de
escucharlos y de escucharse era un fuerte
aliciente para que los escritores participantes
siguieran produciendo. A eso se sumaba el
espíritu de solidaridad y hermandad en espacios
compartidos, ya sea en restaurantes o, incluso,
en casa de Margarita después de los eventos.
Margarita
Feliciano sin lugar a dudas ocupa un lugar
destacado entre los autores de habla hispana de
presencia significativa en Canadá por su obra
creativa y por su labor de preservación y
promoción del idioma español en Canadá.
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