BLANCA
ESPINOZA
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La huella alfabética
en el ojo
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Tina Modotti, hermana
no duermes, no, no duermes
tal vez tu corazón
oye crecer una rosa
de ayer, la última rosa
de ayer, la nueva rosa
Pablo Neruda
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Es inevitable
no conmoverse. Digo que hay paisaje con sombreros de paja, también
donde la ropa blanca denuncia la miseria, y el punctum acusador muestra
hombres descargando entre tanques y plátanos. El mismo sol para
los que gozan de la piel bronceada en Tuhuantepec. Fluyen las imágenes
en la significancia y el lente gran angular afina la perspectiva elocuente.
Capto la lúcida luz en los colores de Rivera y la madre azteca se
sorprende en el espacio de su fragilidad. Matices. Allí está
el símbolo que se impone a mi pupila angustiada, mientras el corazón
acelera el ritmo por lo inusitado. Termino por ahogar la pena frente a
tanto descontento. El pensamiento no lo invento, lo revelo. Estilo en la
tragedia humana. Fineza esencial. No despego el ojo de este lente delator
y la mano segura sostiene el intento. Lente espejo, lente transparencia.
Llevo el ojo de la mano del alma. Soy la hermosa mujer tehuana y también
la piedra en que lava, soy la estética expresando la vida en su
cotidianidad. Desde el pasado Italia me guiña un ojo, traigo la
pupila clara, como memoria uterina. A veces los pies se me cansan en este
infatigable andar y digo dame mundo una razón para que mi sonrisa
pemanezca, mientras esta huella alfabética en el ojo me da siempre
el espacio para no dejar de llorar.
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Otras muestras
de la obra de Blanca Espinoza:
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